Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

Más dependencia y menos independencia

Elia no secundó la huelga el pasado 8 de marzo, a pesar de compartir los motivos por los que se convocó y la intención de las movilizaciones del Día Internacional de la Mujer. "No sería humano dejar a Teresa [la anciana que cuida todas las tardes] sin su paseo y atenciones". Me lo dijo con un gesto amable y una voz dulce cuando le pregunté si coincidía con el planteamiento de esa jornada. Para ella es normal priorizar el carácter humano al meramente laboral, el compromiso al deber, y el cariño a la limitación de funciones para las que está contratada.

Esta semana me ha vuelto a la cabeza su recuerdo tras conocer el reguero de víctimas que ha dejado en el camino la excesiva burocracia, la falta de personal o la dejadez (da igual). La espera, fuera de plazo, para recibir las ayudas andaluzas en materia de dependencia ha provocado que casi 900 onubenses hayan fallecido en los últimos tres años sin recibir las prestaciones y servicios que habían solicitado y que incluso la Administración ya les había reconocido, en algunos casos. En el conjunto andaluz la cifra es desgarradora: más de 27.650 personas muertas.

La Ley de Dependencia establece que el plazo máximo entre la fecha de entrada de una solicitud de ayuda y la de su resolución no debe superar los seis meses. Pero, como ocurre en la sanidad, las demoras superan con creces el tiempo establecido. No es de recibo. Nunca, pero aún menos cuando se habla de dependientes porque son personas que no pueden valerse por sí mismas y que precisan para vivir de esa prestación o ayuda que muchas veces se traduce en la asignación de cuidadores o residencias, centros de día o teleasistencia.

La situación ha salido a la luz de la mano de la consejera Rocío Ruiz que certificó esta semana, lo que ya intuía: un colapso en el sistema, que achaca a lo farragoso de los procedimientos administrativos y a la falta de personal.

Pero la situación es más grave porque aquí también ha salido una lista oculta. Un limbo, como ocurrió con la sanidad, donde aguardan cientos de onubenses, perdidos en una burocracia que lo único que revela es una falta de sensibilidad y escrúpulos. ¿Dónde están nuestras prioridades? El dependiente requiere ayuda para realizar actividades cotidianas, como puede ser comer, vestirse, ocuparse de su medicación o salir a pasear... ¿Habrá algo más básico?

Vivimos en una sociedad que presume de avanzada, de progre, pero cada vez lo es menos y deja en el olvido a quienes más atención necesitan, como si no fueran nada. Pues como dijo Teresa de Calcuta "una de las grandes enfermedades es no ser nada para nadie".

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