Sin discutir que la fiesta necesita una revisión profunda ni valorar los discursos de defensores y detractores de la misma, conviene destacar que la pandemia del coronavirus ha acarreado graves consecuencias económicas a los ganaderos, debido a la escasez de festejos y el incremento de costes derivado del aumento de ejemplares en las fincas. Todo ello está poniendo en peligro el valioso patrimonio genético, el valor medioambiental que ejerce el toro bravo como guardián de la dehesa y el tejido rural asociado a este animal. Muchos puestos de trabajo están en riesgo.
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