El Aguaó

ANTONIO / FROCHOSO / GIL

En defensa de mi fe

CUANDO ya los cofrades estamos sintiendo que la Semana Santa se nos aproxima y nos disponemos a vivir esos días santos de una manera intensa y desde distintas ópticas en función de cómo cada uno tenga la manera y forma de entenderla, no podemos olvidar que antes de pertenecer a cualquier hermandad o de ser muy cofrade o capillita, somos cristianos. Sí cristianos, aunque lo digamos muchas veces como dándonos vergüenza de reconocerlo. Y yo lo digo a boca llena: antes que cofrade soy católico y me honro en serlo y en proclamarlo. Por eso, y ante lo que estamos sufriendo los católicos últimamente con tantas ofensas o blasfemias hacia nuestra confesión religiosa, yo al menos quiero salir en defensa de mi fe y condenar enérgicamente esas prácticas intolerantes por parte de esos ignorantes tolerantes llegados al amparo de nuevos pensamientos políticos que se creen que libertad y libertinaje significa lo mismo.

Pero veamos de qué va esto. Hace unos meses, un artista llamado Abel Azcona, en una exposición suya en Pamplona (EH Bildu), exhibió unos trabajos realizados con hostias consagradas y que el autor confesó haberlas conseguido tras haber asistido a 242 misas en las que fue a comulgar y se guardó las hostias en Madrid y Pamplona. En diciembre, a un alumno de Bachillerato Artístico del IES Josep María Llompart de Palma de Mallorca le dieron un sobresaliente por un videoclip que él mismo se graba donde afirmaba que hacía el amor con Jesucristo, que la Virgen había practicado sexo anal y despotricaba del obispo. La dirección y el claustro de profesores catalogaron el trabajo de "impecable". Recientemente, la alcaldesa podemista de Barcelona, tachaba de "intolerantes y machistas" a quienes se habían sentido ofendidos por un Padrenuestro claramente blasfemo. Decía la ínclita tolerante -que le pregunten a los trabajadores del metro de Barcelona lo tolerante que ha sido en una huelga de ellos- "que en ese padrenuestro lo que se hacía hincapié es en el derecho de la mujer a decidir sobre su vida y su cuerpo". Juzguen ustedes por sí mismos lo que en "esa oración" se dice: "Sea santificado vuestro coñ..", "Hágase vuestra voluntad en nuestro útero" y otras lindezas. Y como perla final de esta individua les diré que dice "que la única Iglesia que ilumina es la que arde". En Pontevedra, en los pasados carnavales, una comparsa ridiculizó en su actuación la procesión del Cristo de la Buena Muerte de Málaga a hombros de los legionarios. En fin, cómo decía antes, son individuos que no tiene empacho alguno de insultar nuestra fe porque saben que no les pasará nada a pesar de que atentar contra los sentimientos religiosos están recogidos en el Código Penal. ¿Porqué no hacen lo mismo con otras religiones?. ¿Cobardía u odio a los cristianos?

Soy un defensor absoluto de la libertad de expresión. Pero una cosa es una y otra bien distinta es el blasfemar o insultar a quienes pertenecemos a una confesión religiosa concreta. Independientemente de que la ofensa a sentimientos religiosos están tipificados como delitos en el Código Penal, no hay que olvidar que hechos como estos ponen en un grave peligro la convivencia y la libertad religiosa de cada uno y lo único que traen son enfrentamientos, intolerancias y que a algunos se les valla la olla y pongan bombas o asesinen en nombre de un Dios que no existe. Defiendo a mi fe y defiendo la libertad religiosa. Por eso condeno muy enérgicamente estos insultos blasfemos y hago mías las palabras certeras de Pilar Rahola, atea confesa: "El desprecio a los católicos ya no es un arma revolucionaria, solo es el retrato preciso de la estupidez. Más si se paga con dinero público".

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