La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Lo que debemos a vidas ocultas

¿Qué logró con su sacrificio, qué reconocimiento tuvo, qué fue de la mujer y las hijas del héroe que se opuso a Hitler?

Dos cuestiones relacionadas con esa gran película que es Vida oculta. Cuando termina se insertan las últimas líneas de la novela de George Eliot Middlemarch (hay edición en tapa dura en Alba y en tapa blanda en Cátedra: anímense) que han inspirado a Terrence Malik el título de su película. Como temo que no sean muchos sus espectadores, sé que el público es muy dado a salir pitando sin ver los créditos finales y creo que son esenciales para comprender no solo la película, sino la vida, me van a permitir traerlas aquí: "Esos actos decisivos de su vida (…) eran fruto de unos jóvenes y nobles impulsos que luchaban contra una situación social injusta, en la que los grandes sentimientos tomaban a veces el aspecto del error y la fe el aspecto de la ilusión. (…) Las acciones de su alto espíritu tuvieron hermosas consecuencias que no fueron visibles (…), que no fueron reconocidas en esta tierra. Pero el efecto de su personalidad en quienes le rodearon fue incalculablemente benéfico, porque el aumento del bien en el mundo depende en parte de hechos sin historia; y que las cosas no sean tan malas para ti y para mí como pudieran haberlo sido, se debe en parte a tantos que vivieron fielmente una vida oculta y descansan en tumbas que nadie visita".

La otra cuestión no se muestra en la película. ¿Qué frutos dio el sacrificio de Franz Jägerstätter, qué reconocimiento tuvo, qué fue de su mujer y sus tres hijas pequeñas tras la ejecución del héroe que se opuso a Hitler? Pues sepan que las cuatro tuvieron una vida larga y razonablemente feliz, pese a tan terrible y traumática experiencia, pese a que en la posguerra tuvieran que seguir sufriendo el odio de muchos de sus vecinos y pese a que el Estado les negara la pensión hasta 1950 considerando al objetor de conciencia un traidor. Sepan que en 1965 fue rescatado del olvido por Gordon Zahn en su biografía Un testimonio solitario, que en 1968 el famoso teólogo trapense Thomas Merton le dedicó un capítulo de su libro Fe y violencia y que desde los años 80 el teólogo Erna Putz ha publicado varios ensayos sobre él y las cartas intercambiadas desde la cárcel con su esposa, tan importantes para la película. Y sepan que en junio de 2007 Benedicto XVI lo declaró mártir y que el 26 de octubre fue beatificado en la catedral de Linz. Y lo más hermoso es que su mujer, con 94 años, y sus hijas asistieron a la beatificación.

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