El confinamiento ha favorecido el desarrollo de buenos hábitos personales y sociales: reflexionamos más, nos mostramos más afectuosos, reforzamos las lecturas abandonadas… Lástima que, a cambio, hayamos adquirido otros relacionados con la incertidumbre: Perdemos viejas seguridades y abandonamos certezas, rodeados de una pandemia tan irregular e inestable como las decisiones que se toman con relación a ella, muchas veces guiadas más por razones políticas que por sentido común.

En este contexto, aparece un nuevo dilema: ¿La salud o la economía?, elijan señores. Y en pleno pulso entre los seguidores de una u otra, la desescalada nos regala una nueva y esperada medida: la vuelta al cole del alumnado, después de casi tres meses en casa. Al principio, la Consejería de Educación andaluza anunció para mayo este regreso; después, en un segundo momento, dio marcha atrás por los posibles contagios, para a continuación decidir que lo mejor es que fuese el alumnado de Infantil y de los primeros cursos de Primaria, según las circunstancias familiares (la sempiterna batalla entre educación reglada y conciliación). Posteriormente, anunció, (aunque dudo si es lo último), que deberían incorporarse, aunque voluntariamente, los que finalizan 2º de Bachillerato o Formación Profesional, (parece que la EBAU será a partir del 7 de julio). El nuevo debate está servido.

El hecho de dejarlo a la libre elección el ir o no a clase, viene adornado de evidentes connotaciones sobre la libertad. Las familias decidirán, se supone que junto con sus hijos y dependiendo de las circunstancias familiares, si los chavales siguen o no con el "Quédate en casa". Son las que disponen de mayor información acerca de la situación de sus hijos y, por tanto, quienes mejor pueden orientarles. Pero, al mismo tiempo… ¿No existe, en esta medida, una cierta dosis de irresponsabilidad por parte de la administración educativa?, ¿No se trata de un "Mirar para otro lado", de salvarse con el "Que decidan ellos"¿No da la sensación de que se trata de "lanzar la pelota" al tejado del alumnado? ¿Se le ha consultado al profesorado? ¿Cómo se planifica una enseñanza si ni siquiera se sabe qué alumnos asistirán a las clases? ¿Qué pantomima es ésta?

Optar sin la necesaria información no es un ejercicio de libertad, sino más bien una trampa, una burda estrategia para eludir responsabilidades los que deben hacerlo.

Así no, esto es más serio que el "Si me dan a elegir, me quedo contigo" de los Chunguitos…

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