Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

Una cuestión de civismo

Es una de las primeras imágenes con las que se queda un visitante cuando llega a su destino y también una de las principales preocupaciones de los onubenses con la ciudad. La limpieza es esencial para la (buena) imagen, para el disfrute en la calle y para que, en definitiva, la convivencia sea agradable. De nada sirven una buena infraestructura, una adecuación de las calles y una adaptación para la zona de ocio si no hay limpieza.

Y la limpieza es consecuencia de una responsabilidad que tiene una doble dirección. La Administración (en este caso local) debe poner los instrumentos y servicios necesarios para mantener el buen estado y evitar el deterioro de las calles. Pero también está en manos de los ciudadanos el uso o mal uso de ellos.

Igual que en una casa realizamos limpiezas de forma periódica, hay que hacerlo en las calles. Pero igual que mantenemos el buen estado de las cosas en el hogar, deberíamos ejecutarlo en la ciudad. Si corregimos las conductas que en el ámbito familiar alteran ese orden imprescindible para el mantenimiento de las cosas, ¿por qué al salir por la puerta de casa se nos olvida algo tan básico como que los papeles no se tiran al suelo, los desechos no se dejan en cualquier lugar o los excrementos de los perros se recogen?

Hacen falta papeleras y servicios de recogida, sí, pero si los hay, no podemos quejarnos porque entonces se trata de una falta de educación o civismo.

Porque el civismo no es más que una actitud de respeto. El respaldo que guardamos de los principios y normas que rigen la convivencia del día a día, que se basa en el respeto hacia el prójimo, al entorno natural y a los objetos públicos. Y eso se sustenta en la buena educación, en la urbanidad y en la cortesía. No es difícil, lo engorroso es intentar convivir sin él.

El Ayuntamiento ha dado un primer paso y además de reconocer que el servicio de limpieza es mejorable, empieza a tener los primeros efectos de una política de choque que impuso a final del anterior mandato. Es el camino, pero sin la concienciación de ver la ciudad como algo que debemos cuidar entre todos, no sirve de nada.

La solución a la falta de limpieza es de doble vía y la urbanidad hay que ejercitarla todos los días, respetando y haciendo respetar las reglas básicas de conducta.

El primer paso ya se ha dado, falta no parar y contribuir a que la doble dirección, la que depende de nosotros, también empiece a caminar.

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