Crónica personal

Pilar Cernuda

La cuesta

NO se trata de la cuesta de enero, sino de la que sufrimos desde hace varios meses, y que ahora se ha concretado con un dato nada tranquilizante: el índice de inflación se sitúa de momento en el 4,1. El doble de lo que había previsto el Gobierno, que por otra parte ha visto cómo sus previsiones de crecimiento ha tenido que revisarlas a la baja, como se había advertido desde distintos organismos internacionales que iba a ocurrir. Pintan bastos, nos vienen mal dadas. Ir al mercado es un dolor y lo mismo ocurre a la hora de acudir a una gasolinera. La hipoteca ha subido de tal manera que las cuentas salen con dificultad, o no salen, y las navidades se presentan como un problema por la dificultad de asumir los gastos.

El Gobierno echa las culpas al precio del crudo y de los cereales, que se han disparado hasta cifras inimaginables, pero aparte de echar culpas sería bueno que indicara qué piensa hacer para aflojarnos el cinturón. PSOE y Gobierno llevan semanas advirtiendo sobre las bonanzas del programa electoral con el que van a ganar las elecciones y apuntan los nombres de los grandes "fichajes" que aportan sugerencias -algunos han afirmado que no tenían noticia de que formaban parte del equipo que elaboraba el programa socialista-, pero todavía no han dado pistas sobre qué piensan hacer sobre muy diversos asuntos. Sobre todo, en los relacionados con las cuestiones del dinero.

Los expertos han advertido que la cifra actual de inflación supone un gasto suplementario para el Gobierno que gira en torno a los tres mil millones de euros, ya que deben ajustar la subida de las pensiones al IPC. De alguna parte tendrá que salir ese dinero, así que es lógico pensar que algunos de los proyectos en marcha se van a quedar a mitad de camino. Pero lo más relevante no es que no se puedan cumplir ciertas promesas electorales, sino qué decisiones tomará el Gobierno para paliar los efectos nocivos del alza de precios. Y, hasta el momento, no se concretan esas decisiones; el mensaje que nos transmiten desde el Gobierno es que sufrimos las consecuencias de una coyuntura muy condicionada al precio del crudo y de los alimentos, y que esa coyuntura la sufren los países de nuestro entorno. Bien, pero ¿qué se va a hacer para tratar de reducir el impacto del incremento desmedido de precios? Que, por cierto, es muy superior al 4,1 por ciento y lo sabe perfectamente cualquier persona que haga cuentas sobre los gastos de una familia.

Zapatero no ha sido consciente hasta ahora de las luces rojas, de las señales de alerta. Al final de verano, algunos colaboradores le aconsejaron que adelantara las elecciones a octubre porque empezaban a verse signos inquietantes económicamente hablando. El presidente respondió que no había de qué preocuparse, que no era para tanto. Vaya si lo es. Pero a Zapatero le ha cogido con la vena optimista a tope.

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