Mientras la Unión Europea, ese soporte jurídico legal que nos contiene, afortunadamente, y al que le debemos mucho más de lo que pensamos, porque si no fuera de esa manera no sé en qué extraños lugares estaríamos España y los españoles, se lamenta por los mentideros políticos y ante la opinión pública europea, de haber incumplido todos los objetivos que el Consejo se había marcado para la vacunación de la población, por haber dado crédito a la buena fe de las multinacionales farmacéuticas y haber pensado que lo que se firma en un documento mercantil va a misa, y haber olvidado la regla fundamental del mercado: que el negocio siempre es negocio, y porqué entonces las farmacéuticas se iban a comportar de diferente forma, aunque se hubieran firmado contratos suficientes para cubrir los objetivos de los 27 países que la conforman, cuando existen postores, casi siempre los hay cuando el producto renta, que estaban dispuestos a pagar más por cada vacuna, y una de las reglas del liberalismo y el capitalismo es que las cuestiones sociales importan una higa y quien más paga en la subasta es que el que se lleva el "cuadro" o, en este caso, las vacunas.

Un error mayúsculo de la presidenta Ursula von der Leyen y de toda su Comisión, que tendrá que dar explicaciones sin duda, y que por esa razón más cercana a la candidez que a la sagacidad está siendo zarandeada por unos y por otros.

En cuanto a la política nacional siguen revueltas las aguas. Pareciera que no fuésemos a encontrar la calma. Que los españoles estuviéramos destinados en los últimos tiempos a vivir en el sobresalto cuando no en el espanto.

Como ejemplo de lo que digo, el asalto que se fragua desde la sede de Ferraz para conquistar por las huestes sanchistas el feudo de Andalucía, el mayor granero de votos de dicha formación y el más preciado. El fulminante cese de la delegada del Gobierno en Andalucía, que fue pactada con Susana Díaz en su momento, es la espoleta que llevará a esa región a unas primarias de las que solo pueden salir buenas dosis de rencor, división, apatía y desidia que afecte a los militantes y simpatizantes de esa formación.

Mientras tanto, el nuevo PP de Casado anota como victorias lo ocurrido en Murcia y Castilla y León, porque ha sabido comprar mejor a los tránsfugas de Ciudadanos y va a gobernar con la ultraderecha. Ahora espera los resultados de Madrid, como una escalera que le lleve a los cielos de la Moncloa. (…)