Visiones desde el Sur

Es cuento largo (vi)

Vemos con inquietud cómo los políticos en liza buscan el enfrentamiento a lo bestia sin dialogar ni cotejar

Los españoles hemos perdido la cuenta del tiempo que llevamos en una campaña electoral permanente. Y estamos hartos de este galimatías impenetrable y faltón en que se colocan los políticos a la hora de enfrentarse, con la cantidad de problemas, verdad, por los que atravesamos, y de los que pareciera no vamos a salir nunca por la negrura de las cifras de muertos que nos ha traído el coronavirus, la ingente suma de empresas cerradas a cal y canto -muchas de las cuales no volverán a abrir-, el grosor de la lista de personas en paro o la inquietud, nada halagüeña, de los jóvenes sin porvenir alguno.

Pero, ahora, habremos de enfrentar no sin estupefacción para muchos, con más virulencia incluso, cómo lo que de verdad importa es olvidado de nuevo ante una prioridad que, de entrada, a los más, nos importa una higa: qué partido político gana las elecciones en la Comunidad de Madrid, que… de ser una confrontación autonómica, ha pasado a tener relevancia nacional. Y nos es que no sea sustancial quien nos gobierne, si la derecha o la izquierda. Claro que lo es, y tanto, pero mientras tanto, y esto es lo transcendental, ¿en qué prioridad en la escala de valores queda la gestión, la resolución de nuestros problemas?

Vemos con inquietud cómo los políticos en liza buscan el enfrentamiento a lo bestia, no dialogando, no cotejando, no explicando un programa electoral concreto, sino que han pasado a comportarse como dirigentes de países bananeros. Es decir, que se suben a un atril buscando que se les grite, se les abuchee, se les insulte, porque ahí, justo ahí, es cuanto más se crecen, en donde encuentran su salsa mediática para calar profundo. Y esto es muy peligroso. Individuos que necesitan sentirse interpelados, insultados incluso, como decíamos, aunque solo sea por cuatro gatos, para mejor poder soltar sus proclamas incendiarias. Para eso provocan, y hay, pobrecitos ellos, quienes caen en su miserable y viejo juego, en vez de dejarlos al nefasto albur de su estupidez política. Porque lo que de verdad les descolocaría, los dejaría fuera de juego, es que nadie se inmutara, que no se les prestase atención.

Lo que vemos, lo que padecemos, con bastante culpa de los medios informativos, son solo estrategias de persuasión, elaboradas con fruición en los cuarteles generales de cada partido para montar la timba, la tangana.

Y, a nuestros problemas, que les den. Solo se trata de obtener a toda costa el poder. (…)

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