Termina mayo. Florido y hermoso, al decir de esas letrillas populares que a manera de refranes sencillos nos marcan verdades eternas.

Entre las tradiciones populares con acento devocionales existentes entre nosotros, nunca se olvida el de las Cruces de Mayo.

¿De dónde nace esta tradición? Sin duda alguna de la transformación que las fiestas paganas hicieron al llegar el cristianismo.

Las fiestas maya, por mayo, abrieron una cantidad de curiosidades grandes en torno a las fiestas que exaltaban a la naturaleza, a la primavera, potente en colores y flores que nacen al conjuro de la bella estación que anuncia el verano.

La llegada de las tradiciones cristianas abre un mundo de fe en la exaltación del símbolo de nuestras mas piadosas creencias. Y la mezcla de estas con nuestras costumbres, idiosincrasia y forma de alegrar nuestros sentimientos, dan como resultado unas expresiones basadas en las verdades de nuestra religión con la manifestación festiva del baile y cante de la tierra.

Las Cruces de Mayo, que comenzaban en los primeros días del mes con rezo del llamado Rosario de la Cruz, hoy conservado en los ritos populares y festivos de nuestros pueblos de la provincia, y que con el brindis del vinillo de la tierra y la gastronomía de las habas enzapatás, se mantienen durante todo el mes. Recuerdo aquellas cruces veneradas en las casas de vecinos antiguas, como el Brasil Chico, en la plaza Niña y el Brasil Grande, junto al Punto, o el patio de aquella otra llamada Argentina en el callejón de Montrocal y las muchas de las casas particulares en pleno centro de la ciudad en los pisos bajos con patios floridos... Pero todo aquello se fue...

Hoy quedan esas procesiones que de los barrios bajan al centro de Huelva y que unida a la de las hermandades y de los colegios, nos ofrecen la variopinta manifestación de una tradición sencilla y llena de fe.

La Cruz, nuestro símbolo religioso, se convierte en mayo en un recuerdo alegre, sincero, donde la gran verdad de nuestros sentimientos de fe se manifiesta como nuestra forma de ser y de expresarnos que más nos agrada.

Mayo termina y con él las Cruces pasan al altar de nuestras tradiciones, donde para despedirlas en muchos lugares todavía se reza ese rosario que en una afirmación de fe repite una y otra vez: "Satanás, por mi puerta no has de pasar porque el día de la Cruz, dije mil veces: ¡Jesús!".

Que así sea.

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