Las cositas del PP

Es obvio que se han apalancado en la sordera y que el palquillo del PP "está como las muas"

Así que, las cosas van como van, sin estridencias, viento en popa, o sea que no van, mejor dicho que van del aparato al aparato y tiro, porque la militancia es clase tropa y como tal no se halla acreditada para endiñarle un soplamocos al jefe superior que desoye la asonada del Comercial, donde se dieron cita unos cuantos de cuantos para darle un repaso a tanto dirigente in albis.

Servidor que lleva a estas alturas más tiritos pegaos que el mismísimo Rambo y que ha sufrido en carne propia los navajazos del oficio, sabe que el militante, artículo primero, además del carnet y la cuota, aflora por el voto y se consagra, en términos taurinos, al remanso nominal del amorcillamiento. De ahí a las mulillas.

Y es que en la soledad pastueña se ven mejor los toros, y si se escapa una corná, no será al dirigente que contempla la escena tras los portillos del callejón a quien le alcance, quien sangre por la herida de los miles de votos perdidos en la arena de una obtusa política, que por obtusa, llega a hacerse cerril, ignorando las voces de quienes vienen barruntado tragedia, de aquellos que conocen la divisa y perciben que a esa ganadería hay que hacerle otra faena, tremendista si cabe, porque con seis mantazos no sólo no se gana, sino que la caída atisba un sinsabor a banderillas negras, un mal que se presagia por los mozos de espada que insisten en un cambio de tercio, antes de que el revolcón sea inevitable.

Ante esto, los ninis de la mesacamilla siguen negando la mayor, invocando un reglamento inútil, perseverando en su monumental alejamiento de las bases, aferrados a una imagen velada y anclada en plena inopia, en esa inútil sinrazón de "mantenella y no enmendalla".

Renovarse o morir, no hay otra posibilidad, y para ello la cúpula debe abrir el compás y bajar a la arena, allí donde se lidia la verdad, donde se oye la voz de la afición, donde no hay más salida que enfrentarse al astado y triunfar o viene al caso, salir esbolillao tal como sucediera tras los últimos comicios electorales.

La política tiene esencias del arte de Cúchares, pero en éste, el riesgo es una condición inevitable mientras que en los cuarteles del PP onubense se apuesta por ese tancredismo inoperante, que una vez más mandará el toro a los corrales.

Es obvio que se han apalancado en la sordera y que el palquillo del PP "está como las muas".

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