Visiones desde el Sur

De correveidiles y aprovechados

Negar a estas alturas el esfuerzo realizado por los sanitarios es como mínimo de juzgado de guardia

Si la crisis económica de 2008, conocida por todos como el peor desastre económico desde la Gran Depresión, dejó el mercado laboral en tenguerengue, especialmente por el trance inmobiliario y financiero, y la mejor generación de jóvenes españoles -más preparados y mejor formados- hubo de buscarse la vida fuera de este país, poniendo sus conocimientos, adquiridos aquí, costeados por sus padres y por la administración española en su caso, al servicio de otros países, especialmente europeos, la situación actual con la pandemia, hará que muchos de ellos ni terminen de formarse, ni encuentren ya trabajo en lado alguno -ni en España ni fuera de ella-, dado que la epidemia azota por igual en todas partes.

Así que, los jóvenes, que se vayan espabilando, porque el futuro se les presenta no negro, sino peor. Pero, es norma vieja en la juventud, vivir en el presente y no en el pretérito; y lo del devenir es algo que ven muy lejano, instalados como están en esa edad en que las pulsiones y los apetitos han de ser satisfechos en el instante y todo lo demás llegará cuando deba de hacerlo.

Dicho lo anterior sobre los jóvenes, quiero centrarme en un movimiento mezquino, aberrante, que anda por las redes sociales buscando adeptos. Un grupo de médicos, financiado vaya usted a saber por quiénes, que parecen haber olvidado el juramento hipocrático, intentan convencer a diestro y siniestro, de que la pandemia que nos azota es una patraña urdida por el comunismo: un bulo montado para desestabilizar el mundo.

Se hacen llamar "Médicos por la Verdad", niegan las evidencias científicas sobre el Covid-19, ponen en solfa a la OMS, dicen que no es necesario el uso de las mascarillas, que para nada sirve el confinamiento y que la vacuna que esperamos tampoco será útil.

Y a estos catecúmenos de un dios menor, hay que controlarlos como si fueran la peste. Porque, negar a estas alturas el esfuerzo realizado por cientos de miles de médicos, enfermeros y sanitarios de toda índole, poniendo en riesgo su vida -aparte de los que han muerto- para salvar la de los demás, es como mínimo de juzgado de guardia. Estos doctores y doctoras necesitan ser puestos en cuarentena, tal que las personas que se han contagiado del virus, porque, generar más confusión en la ciudadanía con esta materia, no es de recibo. Ser médico no implica que no se pueda ser a la vez, en su caso, un sinvergüenza o un loco.

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