EL recreativismo está harto de comunicados, que dicen una cosa hoy, mañana se matiza y luego se contradice para, más tarde, acabar volviendo al lugar donde todo comenzó. El recreativismo está cansado de declaraciones que no aclaran nada y, además, acaban mostrando una división que aporta pocas esperanzas sobre el futuro del equipo más antiguo de España.

Las cosas llevan parcheándose en el Recreativo desde hace décadas, bajo gestiones que fueron dilatando sus obligaciones empresariales de pago sin mirar al futuro, sin primar la supervivencia de una entidad que es una seña de identidad para Huelva. Nada de eso importó.

Nadie fue capaz de ver, de trabajar, de creer que el auténtico triunfo del equipo de la elástica albiazul es jugar cada domingo un partido de fútbol, que rememore siempre aquel que se jugó primero hace 126 años. Porque un encuentro del Recre debe ser siempre una fiesta para Huelva, es una cita con la historia y con nuestro orgullo. Y, aunque sea una empresa, nunca deberá ser un negocio.

Los únicos culpables de la mala gestión en el Decano han sido sus dueños y sus palmeros. Ellos fueron los que tomaron decisiones que ahora ponen en jaque al Decano. Dudar de esto es no querer ver la realidad. Si hay 21.500 personas en el estadio Nuevo Colombino en partidos de Segunda División B, si hay una manifestación en la calle con 10.000 personas, si hay una corriente social imparable que quiere que su Recre siga jugando partidos, es porque el Recre importa a los onubenses. Y si todo eso pasó, que a nadie se le olvide, es porque lo propiciaron los propios trabajadores del club y colectivos como el Recre Trust o la nueva Federación de Peñas.

El que la hizo, si hizo mal y así lo diga un juez, que lo pague. Y luego… que cada palo que aguante su vela. Pero ya les voy diciendo yo, que si el Real Club Recreativo de Huelva desaparece no será culpa de los recreativistas.