Debo reconocer, con gran pesar, que soy claramente escéptico respecto a las actitudes futuras cuando finalice esta crisis.

Y lo soy porque conociendo nuestra propia historia, hay que poner en cuarentena -nunca más apropiado el término- todos esos comentarios sobre que vamos a salir reforzados, somos un gran pueblo… tal vez tengan valor individual, como estamos comprobando en el día a día por los desinteresados gestos de las gentes y colectivos muy concretos, pero social y colectivamente, seguimos enormemente polarizados y ese es el gran caldo de cultivo para que la mediocridad política plena de ambición de poder pero con alta capacidad de uso y abuso de las herramientas, no solo públicas, de manipulación social y de generación de opinión, volverán a convertirnos en víctimas, ahora, ya no sanitarias sino -¡ojalá, no!- de ruptura en la convivencia, lo cual podría generar situaciones de extrema gravedad. Y esto, tras un mínimo análisis de los hechos, que no del relato que ya se está elaborando, y con un mínimo de olfato político, es lo que me coloca en esa posición de escepticismo a la que me he referido.

Comprenderán, pues, mi sospecha de la proximidad de una rotunda confrontación ideológica, pues basta escuchar los mensajes directos de los de arriba y el lenguaje subliminal, de argumentario, de los cuadros intermedios y la militancia activa en redes sociales. Junto a ello, podríamos añadir el deterioro ético en el ejercicio periodístico cuando comprobamos a supuestos líderes de opinión, justificándose al decir "que transmitían lo que les comunicaba la autoridad". Desde cuándo el periodismo profesional y ético ha sido mero portavoz gubernamental.

Así que preparémonos a esa confrontación ideológica, en la que el Gobierno lleva clara ventaja de partida: tiene más medios y menos complejos en el manejo de la demagogia y uso de las estrategias de mantras repetitivos.

Se confrontarán bondades y perversiones de los modelos ideológicos dominantes, hablando mucho de Trump, Boris Johnson o Bolsonaro, pero muy poco del origen de esta crisis, China comunista, negocio redondo, ahora de producción capitalista de material sanitario -engaño incluido con test fraudulentos- represión en Hong Kong, por no hablar del mexicano López Obrador.

Como verán, no profundizo en los fallos, lo de los test de gobernar otros ni les cuento, tampoco voy a desmontar los "recortes sanitarios" de Rajoy que saldrán, pero sí afirmo que habrá confrontación porque quien ahora pide unidad y lealtad, nunca se caracterizó por ejercerla y como no reconoce sus errores es incapaz de aceptar que para ejercer el mando único hay que tener capacidad.

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