Antonio fernández jurado

A la compañera, Cinta

Siempre, a lo largo de mi vida y, tal vez, por deformación profesional, he tratado de atender, adecuadamente, a quienes hayan requerido mi ayuda, influencias - si es que alguna vez la tuve - favores o peticiones, dentro del marco de mis posibilidades y aunque no siempre lo conseguí, lo cierto es que nunca dejé de intentarlo, máxime cuando lo solicitado excedía de mis posibilidades y obligaba a recurrir a terceros con lo que la demanda pasaba a mi ámbito personal de agradecimientos.

Esto, me enseñó a ser agradecido, pero al mismo tiempo, me produjo el desasosiego inherente, propio de un defecto que difícilmente tolero, el ser desagradecido. No he conseguido entender esas actitudes y menos si son de forma voluntaria porque uno no hace un favor para que se lo devuelvan, pero tampoco es aceptable que cuando tú estás en apuros, no solo se te ayude, sino que, quienes más te deben, intenten hundirte todavía más. Lo expresaba muy contundentemente, Cánovas del Castillo: "… usted, por qué me odia, si yo nunca le hice un favor". Sirva esta introducción, amiga y compañera Cinta, como blindaje ahora que comienzas tu vida de jubilada, después de más de cuarenta y cinco años de atenciones continuas a personas con todo tipo de problemas, como suele suceder en la vida de un Hospital. Sirvan, pues, estas líneas como humilde homenaje personal a quien tanto bien hizo a tanta gente y para que no caiga en el olvido el más grande reconocimiento que te debemos tus compañeros del Servicio de Hematología, tal cual tú hacías con todos conforme íbamos saliendo del ámbito profesional. Bien sabes, Cinta, que, en el Servicio, todos estamos en deuda contigo y puedo afirmar que cuando accedí a la Jefatura, no solo fuiste mi agenda, mi memoria, mi filtro ante las visitas incómodas y hasta mi parapeto… ¡qué gran jefa de gabinete serías! porque, realmente, es lo que fuiste para mí y con una virtud, casi única, nunca las dificultades domésticas trascendían al terreno profesional. Pues si agradecido estoy por tu colaboración, más lo valoro aún, cuando habiendo dejado ya mi actividad facultativa, he recurrido a ti - de ahí mi introducción - porque en muy poco tiempo dejarán de reconocerte en el sitio donde tantos años ayudaste a tanta y sentirás cierta frustración, aunque, sin duda, y conociéndote a la sorpresa de inicio le seguirá la capacidad de superación que siempre tuviste ante la adversidad. Aunque no lo digas, te darás cuenta de lo importante que has sido en tu puesto de trabajo y el valor de la ejemplaridad y orgullo de pertenencia que siempre hemos tenido quienes hemos estado en el equipo de Hematología y del que tú, desde tu puesto, eres la más genuina y destacada representante. Ya no importan consumos, reactivos, estadísticas, memorias, agendas… ya lo importante, es el recuerdo de aquello y, ahora, mirar hacia un futuro alegre y relajado. Muchas gracias y un abrazo, en nombre de todos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios