Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

La cláusula de rescisión como herramienta para pícaros

El numerito que está dándose en el caso de Griezmann evidencia la catadura del personal

Llámese picaresca o como guste, las transacciones mediante la cláusula de rescisión, que ya ha cumplido la mayoría de edad desde que el 1006 apareciese allá por el 30 de junio de 1985, dan mucho pie a ello. Picaresca que a veces se encuentra con el muro de la defensa de derechos que ahora esgrime el Atlético de Madrid ante el asalto del Barcelona llevándose al que era su buque insignia desde que hiciese lo propio con la Real Sociedad.

Braman en el Atleti en la creencia de que el Barça les va a birlar la friolera de ochenta millones de euros. Esa es la cifra que diferencia si la operación se hacía en una fecha o en otra. Poner diferentes cifras en función del día que marque el calendario da aún más pie a la picaresca, pues todo es cuestión de esperar a la fecha que marca que ya es tiempo de rebajas. Ochenta millones menos si en vez del día X se hace en el Z, lo que ha aprovechado el Barça para iracundia colchonera.

El comunicado del club que preside Enrique Cerezo y que dirige Miguel Ángel Gil dice tener pruebas que demuestran que el acuerdo entre el Barça y Griezmann data de cuando la mercancía era más cara y he ahí el disturbio interclubes. Paralelamente, el club madrileño quiere hacer algo parecido con el españolista Hermoso, a lo que el club barcelonés se opone con firmeza, tal como se está oponiendo a los deseos del Betis a fin de no perder a su goleador, el tal Borja Iglesias.

Picaresca lógica y defensa también lógica de derechos más o menos argumentados. Las cláusulas de rescisión dan mucho juego en este universo de pícaros de guante blanco, que ven la paja en ojo ajeno mientras aparentan no darse cuenta del tamaño de la viga que llevan en el propio. De todas formas, en este tiempo de fútbol virtual lleno de bolos con veinte futbolistas en escena por bando, si no fuera por estos episodios entre pícaros y probos de boquilla, qué haríamos.

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