Estamos celebrando la semana de la movilidad. Mañana celebramos el Día Mundial sin coches, como una forma de concienciar a la población, es decir, a todos nosotros, de que hay otra forma de moverse por la ciudad en la que el coche no es la única alternativa. Usamos nuestro vehículo para desplazarnos a cualquier sitio, esté o no esté cerca de nuestra casa. Cogemos el coche para comprar el pan, para ir al centro de la ciudad, para hacer cualquier gestión administrativa, para ir al centro de salud, con el consiguiente gasto de tiempo, no siempre encontramos donde aparcar, damos vueltas y más vueltas, contaminando y arrojando CO2 al aire.

Nuestra forma de vida gira en torno al coche. Las grandes superficies comerciales están situadas en las afueras de la ciudad. Para hacer la compra semanal hemos de utilizar nuestro vehículo. Los grandes espacios culturales se han desplazado también a las afueras. Un complejo comercial que se precie tiene en su interior cine, bares, restaurantes, tiendas de ropa, zapatos y complementos. La ciudad ha alejado el ocio de sus calles. Qué hacer entonces cuando nos vemos "obligados" a movernos en coche?

La respuesta no es fácil, pero sí se hace necesario cambiar nuestro estilo de vida. El cambio climático ya es una realidad. Este verano lo hemos experimentado. Hemos de pensar formas alternativas de movilidad, empezar a construir una ciudad para las personas y no para los coches. Un comercio de cercanía competitivo puede ser una buena solución para no tener que motorizarnos para hacer la compra. Utilizar el comercio del barrio para la fruta, la verdura la carne, el pescado , etc. Hemos de reivindicar que la cultura y el ocio también sean una cultura y un ocio de cercanía.

Hay que exigir un transporte público de calidad y sostenible, que no tardemos un siglo en hacer desplazamientos de diez minutos. Ir en autobús urbano es una odisea. La frecuencia de paso de cada autobús debe acercarse. La red de autobuses urbanos debe mejorar para acercar la ciudad a las personas. Los carriles bici deben ser seguros, deben propiciar el disfrute del ciclista. En fin hemos de repensar y exigir entra todos una movilidad sostenible que coloque, también, a la persona en el centro, que haga otra ciudad posible y más amable.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios