Antonio Carrasco

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Una ciudad sin domingos libres

La gente en la calle es vida y la vida genera riqueza, que fluye y nos nutre a todos. Que el pequeño comercio anticipe hoy en estas mismas páginas que espera una Navidad histórica es para que lo celebremos. Ante un escenario global que invita al escepticismo es una verdadera satisfacción ver a un sector respirar con cierto alivio. Debe haber pocos gremios más castigados en los últimos tiempos como el de los comerciantes. Lo primero que se resiente ante cualquier crisis es el consumo. Cuando se cierran los bolsillos ellos lo sufren de inmediato y es precisamente el comerciante local, el pequeño empresario con menos margen y recursos el castigado de lleno. Tenemos recuerdos no muy lejanos.

De vuelta a casa cada noche el cruce por la Plaza de las Monjas es innegociable. Es medicinal. El viernes al llegar a la Palmera sonreí y decidí dar el rodeo por la calle Puerto como un día de Semana Santa en el que evitas los tapones de la carrera oficial. Tenía trabajo que rematar. Me quedé con las ganas.

El ambiente que se respira estos días en la ciudad es maravilloso, con las terrazas a reventar y la alegría a borbotones. Hay que vivir Huelva, llenar sus calles de onubenses y visitantes. Por eso sigo sin entender la gente a la que todo les parece mal, esa especie de agentes de la moralidad que deciden lo que se puede y lo que no se puede celebrar. No les gusta esto o aquello, cuestionan cada una de las manifestaciones de las que no toman parte. Disfrute de lo suyo y deje que los demás lo hagan de lo que les guste que en la calle caben todos.

A mi me gusta una Huelva en la que haya carnaval, Semana Semana, Black Friday, Fair Saturday, procesiones extraordinarias, cabalgatas de Reyes, cruces de mayo, magnas y halloween; una capital en la que no falten la feria del Caballo, de otoño, las Colombinas, la Cinta, San Sebastián y los conciertos; una ciudad en la que se celebre el Festival de Cine, Wofest, de Flamenco, los partidos del Recre, del Sporting, de los equipos de baloncesto; una población que se vuelque con las ferias gastronómicas, de la tapa, del libro o de los dulces tradicionales ... Quiero una Huelva en la que no nos quede un domingo libre, con sus calles hechas un hervidero. Quiero una ciudad con vida. Y luego ya que cada onubense elija el plan al que se apunta.

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