Amanece por todo el día el día más trepidante del verano en el universo fútbol. 1 de septiembre, San Arturo de Irlanda hasta las doce de la noche, a esa misma hora se cierra el fielato y quien no haya cerrado a esa hora su último refuerzo ya no tendrá oportunidad de hacerlo hasta enero. Se cierra lo que ahora se llama ventana de verano, forma cursi de nombrar al antecedente de lo que dentro de cuatro meses será ventana de invierno.

Día de nervios para los que no tienen o creen no tener los deberes hechos y, mayormente, de frustraciones si a la hora señalada todo sigue como estaba. Y la pregunta del millón será la de si será el Barcelona capaz de dilapidar con creces la paletada de petroeuros que recibió hace poco del árabe que posee el PSG. ¿Tirará Bartomeu el dinero que pagaron por Neymar de la misma forma que tiró Joan Gaspart el de Figo hace diecisiete años? Inquietante pregunta sin duda.

Inquietante para quien tuerza en blaugrana, pero también en cierta medida para cuantos tememos que esa burbuja en que se ha instalado el fútbol salte por los aires. Y es que torres mucho más altas han caído y todos sabemos cómo ha sido. Cuando Florentino le lanzó aquella opa hostil a Gaspart quedándose con el gran ídolo barcelonista, todo se vino abajo en Can Barça a base de gastar en varias medianías todo el dinero, y más, que entró tras la fuga del portugués en el Puente Aéreo.

Lo que sea sonará y será en este día cuando salgamos de dudas, mientras que la normativa no permitirá que los más necesitados de refuerzos puedan comprar lo que necesitan. Las cosas del límite salarial que tanto vigila Tebas y que no ayuda a que la Liga sea más competida de lo que actualmente es, con los ricos cada vez más ricos y más pobres los tiesos. Hoy se acaban las especulaciones y será a las doce, cuando las brujas anden montándose en sus escobas para su ronda de cada madrugada.