la esquina

José Aguilar

O chinos o suizos

EL fenomenal dueño de Mercadona ha declarado que para salir de la crisis tenemos que ser como los chinos. Como dice un amigo mío: ¡Si ya lo fuimos..! Antes de que los chinos trabajaran de sol a sol, sin derechos laborales y destrozando el ecosistema, ya lo hacíamos nosotros. En los años sesenta del siglo pasado. Y bajo una dictadura. Como los chinos de ahora.

Nos gustó mucho más el bienestar material y la libertad de que disfrutamos hasta que la crisis ha venido a cuestionar buena parte de las conquistas alcanzadas. Qué digo cuestionar: a cargárselas para una larga temporada. Nos gustó tanto que hemos pasado de la euforia gastosa de nuevos ricos a la depresión de nuevos pobres que se ha apropiado de nosotros. La mentalidad, sin embargo, tarda más en cambiar y adaptarse a estos tiempos del miedo y la incertidumbre.

Todavía nos preguntan en un referéndum si estamos de acuerdo en pagar más impuestos para sostener el nivel de vida al que nos hemos acostumbrado contestamos rotundamente que no, y si nos consultaran sobre la jornada de trabajo responderíamos, indignados, que debe ser más corta. En Suiza, la pequeña democracia plutocrática que ridiculizaba en memorable escena el malvado Orson Welles en El tercer hombre, sí han hecho un referéndum vinculante sobre la propuesta de ampliar las vacaciones, pasando de cuatro a seis semanas. Mes y medio de vacaciones anuales, el sueño incompleto de todo español que se precie (el completo serían doce meses de holganza). Los suizos se han declarado contrarios: dos de cada tres votantes han rechazado la medida, impulsada por los sindicatos y la izquierda y despreciada por la mayoría. Ha sido una respuesta muy meditada. La extensión vacacional era algo agradable, sí, pero traería el cierre de muchas empresas pequeñas y medianas, impotentes para contratar a quienes reemplazasen a los vacantes, y con el cierre, el desempleo.

Volviendo al libro de Graham Greene y la película con Welles, puede que varios siglos de democracia suiza no hayan producido ningún Miguel Ángel, pero además del reloj de cuco, el chocolate y el queso, los helvéticos han desarrollado la ética calvinista del trabajo, el esfuerzo y la salvación por el éxito económico, y ahora están preparados, cultural y mentalmente, para rechazar el chollo de disfrutar de más vacaciones a costa de que parte de la población se vaya al paro. Hay quien se consuela pensando que para qué quieren más vacaciones en un país sin playas, sol, chiringuitos ni gastronomía variada, y ya tenemos otra vez la idiosincrasia y la geografía como elementos determinantes de la maldición que pesa sobre los españoles. No queremos ser suizos ni chinos, pero vamos a tener que elegir entre ser algo suizos o ser chinos sin remedio. Ustedes mismos.

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