Siempre habían estado instalados y es una de las grandes aspiraciones de las izquierdas, los criterios igualitarios. La igualdad, prevalente sobre la libertad. Sin embargo, y sin entrar en el debate sobre la cuestión que ha centrado, en gran parte, el perfil ideológico argumental de los candidatos en la reciente campaña y elecciones madrileñas.

Contradictoriamente, hemos comprobado como desde determinados sectores, tanto en campaña como en la interpretación y valoración del resultado electoral, el respeto a los principios de igualdad han sido modificados, en la fase pre con descalificaciones personales y en la post, rompiendo el principio de igualdad de validez del voto con independencia de la cualificación personal del elector, con lo que el axioma de "una persona, un voto" se derrumba y pone en evidencia el subterfugio de la presunta superioridad moral de la izquierda que pasa sin solución de continuidad, a una actitud supremacista que es la que ellos mismos suelen achacar a sus oponentes ideológicos.

Valga de muestra sobre lo dicho, no solo la tendencia a la "inexactitud" del "Chef demoscópico" - todos sabemos que los datos de las encuestas suelen salir tras haberlos "cocinado" un poco - y en este terreno el responsable del CIS es todo un maestro teórico, pero en el caso que nos trae hoy de Madrid, le ha sabido un menú muy amargo.

Pues bien, nuestro "Chef demoscópico", debe ir camino de algún premio universal en autoestima, por encima de sus frecuentes y reiterados errores, pues no solo se conforma con actuaciones al límite de la ética sino que menosprecia a los candidatos que no son de su "cuerda" - olvidando que el CIS es de todos - afirmando que una candidata es "persona de escasa inteligencia y entidad política", "candidata peculiar comparable al trumpismo", "caprichosa y temeraria en la convocatoria electoral en plena pandemia"… parece que son las primeras elecciones en estado de alarma y el cansancio y el hastío pandémico fueran exclusivos en sus perjuicios o teóricos beneficios electorales para alguien en exclusiva.

El colmo, del supremacismo y la falta de respeto es su apelación a los sectores sociales apoyos de la candidata, que al final es la ganadora, calificando a esos votantes como "tabernarios", con todo lo que eso implica y supone, hasta el punto de que nuestro ínclito "chef" se auto descalifica. Él, en la estela de su "capacitación intelectual" y siguiendo a la Vicepresidenta - no le agradan los berberechos - de ahí que no nos demuestre su falta de "expertitud" en ese tema - debería haber dicho "tabernidad" y quedaría bien con su Jefa.

En definitiva, visto lo visto, un consejo, sin acritud y menos aún ironía, gentes tan superiores no se deprimen ante las dificultades, así que hagan un ejercicio de "resiliencia", eso que tanto les gusta decir.

P.D. - Lo dicho es desde el respeto a todos los profesionales de verdad.

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