Sin querer caer en la generalización, siempre sometida a error, no puedo sustraerme a comentar la irresponsable y no menos vergonzosa actitud de muchas personas, no solo jóvenes, el pasado fin de semana con motivo del levantamiento del estado de alarma.

Y es que resulta, ciertamente, inexplicable el hecho de agruparse indiscriminada y masivamente es exponerse al contagio por el virus y olvidan que en esos mismos momentos hay gente muriendo o en peligro de hacerlo, lo que solo se puede interpretar como una total ausencia de conciencia social que puede tener tremendas consecuencias. Curiosamente, algunos acompañaban a su imprudencia normativa en la relación y los contactos con gritos de ¡libertad, libertad!... sin caer en la cuenta de que esa ausencia de libertad la ha impuesto algo que nos resulta intangible pero que se mantiene presente y totalmente, él sí, libre y que no es otro que el virus.

¿Es que alguien es tan iluso en sus esquemas que el hecho de finiquitar la alarma - este es otro tema grave y desaparecer el toque de queda - le haga pensar que el virus se ha ido? Los hechos parecen demostrar que sí, que la imprudencia, también se contagia y masifica. Y es esto lo que lleva a preguntarse apesadumbradamente, ¿qué es lo que se celebraba?, ¿en qué estamos pensando? Cuando en los días previos, la información nos decía que según los datos del INE situaba el número de fallecidos por encima de los 100.000. Que a pesar de las vacunaciones, los contagios rondaban los 40.000 en las dos semanas anteriores y más de 600 fallecidos, casi 9.000 hospitalizados y alrededor de un 22% de media en la ocupación de UCI por Covid… todo ello referido a los últimos días de abril momento en el que el Gobierno debería haber ejercido, responsablemente, ese criterio grandilocuente de "cogobernanza" y que en su peculiar estilo dubitativo - correctivo, no ejercido al tiempo que ha pretendido, como decía alguien, convertir al Tribunal Supremo en poco menos que un Juzgado de Primera Instancia y "esparcido, sorprendentemente, las cenizas de Montesquieu", al que hasta que la UE ha intervenido, querían enterrar aún más.

Clara dejación de funciones frente a unas CCAA sin competencias para decidir sin autorización judicial y una parte de la ciudadanía irresponsablemente actuando como si el virus hubiera desaparecido y un Gobierno que en el caso, esperemos no suceda, de nuevo rebrote importante y necesidad de nueva, aunque improbable, alarma debería dimitir y, sobre todo, decir la verdad y hallar de lo fundamental, tal cual es, que las vacunas las compra Europa y las ponen las CCAA, no que vamos de camino de aceptar que es el Presidente quien nos habrá vacunado a todos cuando lo que ha hecho, acabada la alarma, es quitarse de en medio. Y los demás, a ver si nos enteramos de que, por ahora, no hay nada que celebrar y sí lamentar y recordar a tantos, desgraciadamente, fallecidos.

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