El cataclismo

Según entendemos nosotros al señor Duran Lleida, el 'procés' es algo así como la extinción de los dinosaurios

Don Josep Antoni Duran Lleida anda promocionando sus memorias (El riesgo de la verdad se titula el libro), de modo que últimamente estamos muy al tanto de la opinión de don Josep Antoni sobre el procés y sobre algunos de sus protagonistas. Recordemos aquí que el señor Duran Lleida fue, no hace mucho, el político más valorado de España. Y recordemos también que, antes de que la barahúnda procesista lo arruinara todo, don Josep Antoni era el único español capacitado para disputarle a Camba el título de inquilino mayor del Palace. Pero la vida cambia, el tiempo abruma, las horas precipitan su lento gotear en nuestras frentes, y el caso es que de aquella España autonomista que añora don Josep Antoni sólo queda su sombra airada; o si lo preferimos, su dura osamenta en almoneda.

Como digo, el señor Duran Lleida habla bien de unos y mal de otros, elogia a Felipe González y critica el amateurismo de Artur Mas, defiende la Transición y ataca a la figura de Carles Puigemont, eterno exiliado de sí mismo. Pero claro, da la impresión -impresión, sin duda, errónea-, da la impresión, digo, de que todo esto que ha ocurrido: el procés, la rebelión, las algaradas, el llanto de Guardiola, la conversión de la señora Rovira en una Juana de Arco con bigudíes, ha sucedido como por acaso, involuntariamente, y al modo en que se presentan los grandes cataclismos: de repente y sin que los humanos, ay los humanos, podamos hacer nada. Según entendemos nosotros al señor Duran Lleida, el procés es algo así como la extinción de los dinosaurios, que pilló a pterodáctilos y brontosaurios merendando. Y ahí es donde uno no puede estar de acuerdo con el señor Durán Lleida (tampoco en su admiración por Pujol, ideólogo e instigador último de este infortunio). ¿Acaso piensa el señor Duran Lleida que el catalanismo ponderado y reformista que él dice representar no guarda relación alguna con quienes hoy abanderan la secesión?

La diferencia entre la Historia y la Biología, disciplinas ambas de mucho mérito, es que la Biología atiende sólo a las leyes físicas. La Historia, sin embargo, es más complicada porque, además de los impoderables científicos, debe considerar la voluntad y las acciones de los hombres. Es decir, que la Historia no puede reducirse a un mero proceso orgánico. Para bien y para mal ("de las nieves de antaño, qué se hicieron", se preguntaba con angustia Villon), la Historia de España está vinculada estrechamente a la ejecutoria política de don Josep Antoni.

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