LA última visita de Gaspar Llamazares a Andalucía dejó sobre el papel algunas fotos del líder nacional de IU con decenas de obreros de mono y casco en Astilleros de Sevilla. Llamazares, acompañado del alcalde de Marinaleda a pesar de tratarse de un acto de proletariado industrial y no agrario, habló sobre la industria como alternativa sólida a sectores en crisis como la construcción y los servicios.

El discurso de Llamazares habría sido imposible en Huelva, donde el concepto de industria está contaminado por décadas de diferencias político-sociales. El hecho de que Diego Valderas no acompañara a Llamazares en el acto de los Astilleros sevillanos obedecía a las graves diferencias entre los dos líderes, pero tampoco al aspirante a la presidencia de la Junta por IU le habría interesado tal vez acercarse al discurso proindustrial de don Gaspar.

La gran contradicción de la izquierda extrasocialista de Huelva tanto sindical como política es que ha apoyado su discurso industrial en el factor medioambiental en detrimento del laboral. Es una opción que merece todos los respetos, pero difícil de aceptar para los trabajadores cuando ven sus empleos en serio peligro.

La defensa del medio ambiente es una tendencia ubicada sobre todo en la sociedad urbana, clases medias con poder adquisitivo inmersas en la cultura del consumo 'vitalista', y no es precisamente éste el nicho tradicional del voto de IU sino del PSOE e incluso en algunas capitales y grandes ciudades más del PP. No sería extraño que miles de obreros del Polo se considerasen un poco huérfanos de opción y también, por qué no, de comprensión.