tiempo de academia

Francisco José Martínez López

Académico de número de la Academia Iberoamericana de la Rábida

El canto del cisne de los nacionalismos

Estamos en un mundo acelerado, cambiante, que pasa de ser sólido a líquido y, en algunos momentos, incluso a gaseoso. La seguridad de la que gozábamos hace solo unos lustros se ha venido abajo, ya que son muchos los frentes a los que la humanidad se enfrenta.

Hemos querido moldear nuestro mundo a nuestra imagen y semejanza y lo hemos cambiado tanto que la biosfera ya no funciona como deseamos, asistimos a cambios en el clima, en las relaciones sociales, en los sistemas económicos, de forma que el equilibrio de que hemos gozado en las dos últimas generaciones ya no actúa como estamos acostumbrados.

Nuestro mundo ha buscado resolver los problemas más acuciantes, desde que hace muchos milenios nos unimos en sociedad. Primero alimentarnos, y para eso creamos la Era agrícola, en la que la organización de casi todas las actividades era local, a esta primera Era la llamamos Local-Agrícola.

Hace 500 años, con que la mitad de la población activa se dedicara a obtener alimentos la otra mitad también podía comer y nos instauramos nuevos objetivos sociales, sobre todo tener cosas materiales, una cama, vestirnos, y luego tener una casa, un coche una televisión, un teléfono móvil, etc. Evolucionamos hacia una sociedad industrial, basada en satisfacer nuestras necesidades materiales, y para conseguirlo nos organizamos en naciones. Esta Era, a la que llamamos Nacional-Industrial, ha funcionado también positivamente, pues hoy la mayora de la gente tiene cubiertas sus necesidades materiales, además de las alimenticias.

Hoy día la humanidad, satisfechas esas necesidades básicas, se encamina hacia una sociedad en la que su principal objetivo es crear y consumir información, y nos organizamos globalmente. A esta nueva Era la llamamos Mundial-Informacional.

Es decir, hemos ido pasando de organizaciones eminentemente locales, hacia otras nacionales, que han estado funcionando satisfactoriamente en los siglos pasados y ahora evolucionamos hacia sistemas sociales y económicos globales. El problema es que a nivel político aún seguimos con el modelo nacional anterior.

El mundo está lleno de disputas territoriales, sociales, de recursos naturales, económicas y religiosas basadas en el concepto de país, cuando debemos ir organizándonos en sistemas territoriales mayores, para llegar a nivel mundial, y un gobierno mundializado. El lema de la época que nos ha tocado vivir es "Piensa globalmente, actúa localmente"

Se trata, pues, de un proceso que no sigue un esquema lineal y que se tardará todavía un importante número de años en conseguir. Lo que no debemos hacer es ir en contra de esta corriente. Y el auge de los nacionalismos es un paso atrás en la historia que podemos pagar muy caro.

Cuando estamos creando entidades supranacionales, como la Unión Europea y otras similares, nos encontramos con un incremento muy importe de los sentimientos nacionalistas. Unos porque quieren crear nuevos países, cuando debemos ir a hacer instituciones de mayor tamaño, y otros porque desean enrocarse en países ya existentes haciendo del nacionalismo su principal motivación social y política. En Europa tenemos un claro ejemplo con los partidos ultranacionalistas que están proliferando en todos los países, y en otras zonas como Estados Unidos o China este ultranacionalismo está fomentándose cada vez más.

La pregunta que nos hacemos es si esta tendencia hacia los nacionalismos va a ser permanente o sólo un pequeño traspiés en una Era en la que debemos avanzar hacia modelos políticos, sociales y económicos, etc., de carácter mundial.

Dicen que el cisne cuando mejor canta es en el momento de su muerte. Parece que los nacionalismos están ahora teniendo un auge muy importante y que están "cantando" mejor que nunca. Tal vez sea el himno del cisne de los nacionalismos, si bien en este proceso se pueden crear numerosos problemas a la humanidad dado que el nacionalista prima sus intereses como país respecto a las necesidades globales de las personas.

Los nacionalismos suelen ser la semilla de la mayoría de las guerras, y parece que esta relativamente tranquila existencia que hemos tenido desde hace más de tres cuartos de siglo, con ausencia de grandes conflictos multinacionales o mundiales, puede peligrar si seguimos con un retroceso en lo político respecto a los social o económico, como es la visión puramente nacionalista de los problemas, que ahora son ya globales.

En el largo proceso de la Era Local-Agrícola hacia la Nacional- Industrial también hubo problemas y pasos atrás en contadas ocasiones, pero los grandes procesos como la Revolución Francesa, permitieron consolidar en lo político la Era Nacional-Industrial, aunque en los demás ámbitos sociales y económicos ya llevaba funcionando más de tres siglos.

Ahora nos encaminamos hacia un nuevo orden mundializado que choca de plano con los nacionalismos. Vendrá una nueva revolución, ya la hemos bautizado con el nombre de Segunda Revolución Francesa, no porque se produzca en el país galo, sino porque terminará por arrinconar el sistema nacionalista para dar paso a nuevos modelos organizativos mundiales en los económico, social y sobre todo en lo político, tal y como ocurrió con la Primera Revolución Francesa, que nos hizo pasar de Era en lo político, superando al Antiguo Régimen.

Esperemos que nos de tiempo antes de que el canto del cisne se imponga y el enfrentamiento sea esta vez letal. Los anteriores conflictos capitalismo-comunismo que ha presidido el último medio siglo de guerra fría se verán sustituidos por la confrontación nacionalismos contra la mundialización.

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