al punto

Juan Ojeda

La campana de cristal

POR si alguien no lo sabe, el próximo viernes comienza la campaña electoral en Andalucía, la oficial, porque lo cierto es que estamos viviendo en periodo electoral desde ante de las generales, cuyos resultados, faltaría más, se interpretaron como un anticipo de lo que podría suceder el próximo 25-N. Y según la extrapolación matemática de los resultados, el PP habría conseguido una mayoría absoluta, justita, pero suficiente para gobernar. Pero han pasado más de tres meses y las encuestas que se han conocido dan, todas, una victoria de los populares, pero algunas los sitúan en una franja que roza, por abajo o por arriba, esos 55 escaños, que son la mitad más uno de los que hay en Las Cinco Llagas. Otros sondeos le dan al PP cerca de los sesenta diputados.

La aspiración del PSOE, más o menos reconocida, no es la de ganar las elecciones, porque saben que eso está muy lejos de su alcance, sino evitar la mayoría absoluta del PP, y eso sólo lo puede hacer si recupera parte de su electorado perdido. Piensan que, para conseguirlo, el arma más eficaz que tienen es aprovechar el descontento que en algunos sectores, entre ellos los sindicatos, están produciendo las medidas de ajuste que está aplicando, y las que va a aplicar, el Gobierno de Rajoy. De ahí, la presencia de dirigentes socialistas en las manifestaciones del miércoles pasado, cuya convocatoria tuvo una repuesta bastante aceptable.

Lo que pasa es que es más que posible que la mayoría de los que se manifestaron voten al PSOE o a IU, pero también es muy probable que nunca hayan votado al PP, ni tengan la intención de hacerlo, sea cual sea la actuación del Gobierno. Por tanto, es neutro su valor de cara a unas elecciones.

El problema que tiene el PSOE andaluz, además del millón largo de parados, el bochornoso asunto de los ERE, el conflicto con los funcionarios y el cansancio que producen más de treinta años ininterrumpidos de mandato, es que muchos de los descontentos culpan al PSOE de las medidas que está tomando el PP. Es decir, que si Zapatero hubiera hecho las cosas de otra manera, ahora Rajoy no tendría que hacer lo que está haciendo. Así que es bastante difícil que, con sólo tres meses de gobierno del PP, Griñán pueda obtener, en base al descontento, réditos suficientes que le permitan esa recuperación de voto.

Así que esta campaña, que promete ser dura, porque está en juego un cambio de ciclo histórico, va a tener poco efecto en el resultado final, porque el voto se va a mover, si se mueve, por estímulos distintos a los que unos y otros puedan decir y decirse. Va a ser una campaña en una campana de cristal.

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