Quisera ser capaz de reproducir, en mi mismo, aquello que dijera el universal Juan Ramón Jiménez: "Quien escribe como se habla, irá más lejos en lo porvenir que quien escribe como se escribe".

Apuntado esto, quiero aclarar mi condición de rociero individualista, atípico podría considerarme alguien, aunque desde una convicción mariana indiscutible. Sin embargo, tengo que reconocer que se han producido sutiles cambios en mis percepciones rocieras que tanto compartía con mi hermano, Chico, gran conocedor de la arqueología rociera y conversador en sus periodos de trabajo en la zona, además de enriquecido, con las gentes llanas almonteñas.

Pero el mayor impacto sentimental -que no el devocional pues este ya existía- se produjo con la muerte de Eduardo, casi justo en el umbral de la pandemia. Y es que el comportamiento, las atenciones, la noche de vela en la Capilla de la Hermandad de Emigrantes, su presencia constante en el recuerdo de los miembros de la Junta de Gobierno, -su Junta- el afecto y el cariño expresado por los hermanos en general… podría continuar, pero solo pretendo explicar las sutilezas a las que me he referido en referencia a mi particular condición rociera.

Es, por ello, que debo reconocer que el Camino, en lo cuantitativo y temporal, ha resultado muy largo, a veces o para muchos incluso tedioso máxime cuando la Romería es uno de los fundamentos estatutarios de las Hermandades, pero lo que es seguro, sin duda alguna, es que la Virgen no solo nunca ha dejado de estar presente sino que hasta el confinamiento por la pandemia lo ha vivido con sus familiares más próximos y directos, los almonte4ños, que la han tenido permanentemente cuidada y protegida.

Sí, un camino muy largo, pero cuando lean estas líneas, ya habrá "empezado" el Rocío, ya Huelva entró anoche, ya están allí todos los que tenían o deberían estar y Ella -nadie más- Presidiendo con su Hijo desde su nuevo paso que, sin alejarse de la estética antigua ideada por Cayetano González, pero enriqueciendo la simbología regionalista ya existente, así como la riqueza ambiental de la zona y, sobre todo, la recreación de la fecha del Pentecostés. Así la vais a ver rocieros, peregrinos, romeros… así os va a recibir a todos y, allí, derramaréis las lágrimas contenidas durante tanta espera y en su mirada veréis el mensaje de consuelo que os envía porque los que se fueron en este terrible tiempo ya están con Ella en un camino sin aplazamientos porque es eterno de la mano maternal gracias a la cual entraron cogidas en el cielo. Llegó, pues, el momento de rendirse en su presencia, pedirle ayuda y protección, pero, sobre todo, rogarle mediación ante la necesidad y ante su Hijo, ese Pastorcito que a todos enamora y que, finalmente, es quien la eligió a Ella como Madre. De ahí que nos dejara dicho en las bodas de Canaán, con el milagro del vino "Haced lo que Él os diga".

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