Si callan, otorgan

¿Sánchez e Iglesias bendicen que se oculten las identidades del grupo de expertos?

Después de haber recibido tantas críticas, al licenciado en Medicina -no es doctor- Fernando Simón Soria le han aparecido defensores en las redes sociales que comparten un texto en el que se muestra su currículum, que comienza con un "estoy harto de que se metan con él" y que finaliza con una nueva reiteración de la hartura pero, esta vez, dirigida a los bocazas y salvapatrias, a los que se consideran más dañinos que el coronavirus. Así que ya lo saben, todo aquel al que se le ocurra criticarle por lo que sea tiene que apechugar que puede ser objeto de que le etiqueten, como mínimo, con esos dos calificativos. Dudo que esta limpieza de su imagen sea espontánea, pero si lo ha sido, es probable que la hayan estimulado no tanto como amparo del personaje como porque es útil a fines políticos. En este asunto es muy conveniente separar el nivel de formación que posea, poco o mucho, con el papel claramente político que está jugando; asunto éste que si él lo sabe debería dejar de presentarse como experto para hacerlo como portavoz del Gobierno y, si no se da cuenta, estaría dando muestra de una ingenuidad tan supina que lo mejor es que le destituyan. Ahora Simón ha vuelto a ser aún más protagonista en la coyuntura que atravesamos, al negarse a dar los nombres de otros supuestos expertos para protegerles de las presiones de la sociedad, en general, y de los medios de comunicación, en particular. Pues bien, tal como se ha manifestado da la sensación de que esas son las dos únicas fuentes de presión ¿y qué pasa con el Gobierno? ¿Nos garantiza que será neutral, que no va presionar? No puede, por supuesto, y entre otras razones, porque él mismo es como una avanzadilla del Consejo de Ministros. Pero hay dos cuestiones más: la primera es que esos profesionales, cuyas identidades ha ocultado, son personas adultas y, por tanto, deben estar capacitados para actuar solo con criterios científicos. Si sabemos los nombres de jueces y fiscales de procesos de gran repercusión mediática y se les reconoce su independencia judicial, ¿por qué deben quedar en el anonimato esos expertos? ¿Tan débiles son? Y la segunda es que vuelve a quebrarse uno de los pilares básicos de la democracia, muy demandado socialmente: la transparencia. El secretismo es únicamente justificable en asuntos muy especiales que afecten a la seguridad del Estado y en el que nos ocupa no se dan las condiciones. Por último, ¿Sánchez e Iglesias bendicen ese ocultismo? Si callan, otorgan.

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