Cambio de sentido

Por no estar callada

Sólo la poca educación o la mucha mala fe puede hacer prosperar la insinuación de Ayuso

Cada vez que habla dan las tres. Para eso lo hace, para que se oigan en toda España los campanazos que suelta desde la Puerta del Sol. No puedo seguir el paso a los dislates que suelta Ayuso por su boca; son imbatibles en fondo y forma. Ni puedo ni quiero, pues se trata de una estrategia perfectamente hilada por su ventrílocuo para bajar al barro el discurso, hacernos entrar al trapo, aceptar la contradicción y el absurdo como animal de compañía y asistir al show -espectacular, he de reconocerlo- de la presidenta a la que nada le da ni poca ni mucha vergüenza. Ni los propios se fían de ella, que se lo digan si no a Almeida o a Casado. Alto perfil comunicativo, se llama esto técnicamente. El silencio no es rentable. Y los interesados en esta argucia han buscado una bocachancla impertérrita. Es un filón. Sólo le falta -no quiero dar ideas- abrirse un TikTok.

Se trata de una apuesta anti-intelectual, muy del gusto tanto de los ávidos ultramontanos, que no tienen un pelo de tontos, y de las mentes más rudimentarias y obtusas, que no tienen un pelo de listas. A Álvarez de Toledo, por contraponerla al otro verso suelto, para quererla es necesario al menos tener léxico y entender sin liarse las subordinadas sustantivas de complemento directo. Después se enfurruña si la tildamos de trumpista, pero es que la presidenta le ha cogido el punto a su indiscreto encanto, y no lo suelta porque sabe que funciona. La hipercorrección política convierte en espectacular cualquier figura hiperbólica y desahogada; tenemos ejemplos de ello en políticos, periodistas, cantantes chonis, monologuistas y gurús de derechas, izquierdas y mediopensionistas.

No sé qué con qué mujeres conversa Ayuso para inferir que abortar es una fiesta, ni qué edición de la Constitución Española tiene encima del piano si fue capaz de preguntar:"¿Qué hará el Rey con los indultos?". "No podemos regalarle a todo el mundo la educación porque no es sostenible el sistema", dice ahora. Esta constitucionalista no sabe -prefiere no saber- que todos tenemos derecho a la educación, que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita, y que los poderes han de garantizarla (art. 27). Y que sólo por eso merece la pena pagar impuestos. Los recortes en educación no son nunca para economizar recursos, son para atajar la disidencia. Sólo la poca educación o la mucha mala fe puede hacer prosperar una insinuación como esta que hace la presidenta de Madrid. Habrá quien la vote y apoye.

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