La otra orilla

Javier Rodríguez

El bulo de las ayudas

De entre todos los bulos que circulan por redes sociales, bares, parques y jardines uno que consiguió sacarme de mis casillas y del grupo de whatsapp de mis antiguos compañeros de clase es el recurrente tema de las "generalizadas e indiscriminadas ayudas, pagas, subvenciones a inmigrantes sin papeles" y no lo hizo porque me tragara que existiera tamaña discriminación hacia la población patria, a los que inventan esa bazofia les importa bien poco que "compatriotas" sean desahuciadas por el banco por no poder pagar la hipoteca, mueran de frío por dormir en la calle, carezcan de toda esperanza por haber nacido en determinadas barriadas de nuestra geografía o se vean en la misma casilla de la exclusión social cuando salen de la cárcel. Lo único que quieren es propagar su racismo y su visión supremacista y crear un clima de odio al que viene de fuera que justifique cualquier atropello.

Ya me hubiera gustado a mi que Demba, enfermo de corazón, en vez de vivir en la calle dispusiera de una vivienda y de una renta que le permita vivir dignamente y no tener que estar mendigando por las calles, que Tina, que lleva veinte años en España, que ha sido maltratada, prostituida, que ha vivido en la calle, que, en una extraña carambola, terminó en la cárcel, que sufre un trastorno mental grave... hubiera sido mínimamente tutelada por el Estado cuando salió de prisión sin siquiera poder cobrar el paro de excarcelación y no hubiera tenido que estar dependiendo de la beneficencia y vivir estos años con el continuo miedo a la deportación a un país del que apenas tiene un vago recuerdo infantil y ni un sólo familiar, que las trabajadoras de la fresa que denunciaron el año pasado ser violadas no tuvieran que depender de una precaria solidaridad para poder costearse el proceso judicial abierto tras su denuncia, que los cientos de trabajadores que vienen todos los años a trabajar en el campo de Huelva fueran acogidos dignamente y no se vieran obligados a vivir en poblados chabolistas.

Igual que los sistemas sanitarios o educativos universales, las medidas de protección social contempladas en el sistema de Servicios Sociales pierden sentido si excluyen a personas que pudieran necesitarlas. Y eso, contra lo que difunde el infame bulo, es lo que ocurre, en la mayoría de los casos, con los inmigrantes sin papeles, por mucho que puedan necesitar esas ayudas y por muy injusto que sea negárselas.

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