Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

De brujos y pronósticos

ANTES, al menos, se recurría a las brujas, adivinos y demás intérpretes del destino y había una parte de misterio en el pronóstico y una posibilidad al menos de que fallara. Y en estas fechas de fin de año, esa tribu era muy socorrida para entrar en el nuevo año con un poco de orientación.

Ahora, sin embargo, no hay misterio alguno y si lo hubiera, el ministro de Economía nos ha dado las claves elementales para saber o creer que el año que entra va a ser peor que el que sale: menos poder adquisitivo, menos crecimiento de la economía y posiblemente más desempleo.

A los ministros de Economía habría que esconderlos en las fiestas navideñas y no sacarlos hasta después de la cuesta de enero, y mientras tanto darle protagonismo sólo a los presidentes de Gobierno, que son quienes dicen lo contrario de lo que va a ocurrir para que la gente se engañe un poco. Los presidentes de Gobierno son para las fiestas, como los alcaldes que suelen pasar sonriendo por la calle con el delegado de Economía detrás con cara de entierro porque sabe lo que cuesta una sonrisa.

Los fines de año ya no tienen misterio. Con los pronósticos de la economía, la seguridad sobre la evolución del cambio climático, la previsión sobre el deshielo polar y el incremento del nivel del mar, ya sólo nos falta acertar con la meteorología, es decir, saber con tiempo suficiente cuándo y dónde va a llover. Y eso es, precisamente, lo que uno no se explica, cómo se pueden acertar tantas cosas importantes si en lo más elemental fallamos. Será que siempre es posible una ranura al milagro, a la sorpresa. A ver...

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