Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

No estamos para bromas

Las chanzas de los cargos me han dejado de hacer la gracia que traducen con su nada graciosa incompetencia

Es posible que la memoria política tenga demasiadas similitudes con la meteorológica, ya saben, aquella que año tras año nos hace sostener ante cualquier barra de bar que se nos cruce en el camino que es el verano más caluroso que recordamos o que nunca ha habido un invierno con tanto frío. Es la misma que nos lleva a afirmar que, ante cualquier cambio en cualquier institución, que estos son los peores políticos y cargos que recordamos. Sólo que a veces, esa memoria resulta ser cierta.

Sin lugar a dudas, tenemos en nuestras instituciones a una pléyade de artistas que da miedo verles y, especialmente, escucharles. Desde aquellos que siguen las directrices de algún iluminado dedicado a bostezar barbaridades en las redes sociales y después hacen de ellas su mantra del día, a los otros que se toman esto como si fuera un juego divertido, para satisfacer no quiero saber qué instintos y promocionarse hasta donde jamás pensaron estar y, probablemente nunca debieron hacerlo. Estos días me he acordado del chiste (malo) que se contaba en los tiempos de la oprobiosa: "Manolín ministro, te lo juro".

A mí, les confieso, que me ha dejado de hacer gracia que alguien, ante un grupo de empresarios que, como los militares, no tienen ningún sentido del humor, se refiera a Huelva como la tierra del flamenco y del fandango, cuando se está dirigiendo a una peña que piensa gastarse una pasta en ampliar sus negocios, por mucho que la bromita sea un homenaje, nada original por cierto, a quien le encaminó en la vida. O que una amiga del alma de la anterior, se líe a intercambiar sonrisas cómplices con la susodicha encantada de la vida con su nombramiento. Me va a costar más de un disgusto, pero les aseguro que cuando llegué a salvo a casa y pasé esa sensación de cerrar la puerta y estar convencido de que nada malo puede pasarme, lo único que sentí fue tristeza. Y mucha.

No estamos ni para media broma. Me tiene absolutamente sin cuidado qué méritos tiene ese grupo de gente que ahora dirige buena parte de nuestro bienestar, lo que piensen, a qué equipo animen, a quién recen o qué comen. Lo que les pido, mejor dicho, lo que les exijo como contribuyente de sus sueldos, es que se pongan a trabajar de una santa vez y que lo hagan con lealtad no a quienes allí les puso, sino a todos los que soportamos unas bromas para las que, les juro, que no tenemos el cuerpo con ganas suficientes.

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