Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

Es de bien nacidos...

Tras momentos de vértigo electoral, de cambio de gobierno y de movimientos internos, llega la reflexión, el análisis que todos necesitamos muchas veces para seguir en la línea y mejorar.

A nadie se nos escapa que en cada cita electoral hay un voto que podría definirse como de agradecimiento, ése a través del cual, el ciudadano reconoce las virtudes de un político o su trabajo realizado hasta la fecha. Ése por el que el ciudadano expresa con su papeleta el agradecimiento al representante que ha llevado una trayectoria merecedora de un premio o reconocimiento.

Igual que en el votante, el agradecimiento es esencial en la vida política, yo diría que en todos los ámbitos de la vida. Porque no es si no el sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer alguien y debemos corresponderle a él de alguna manera. Ya lo dice el refrán: de bien nacidos es ser agradecidos.

Pero desafortunadamente las cosas no funcionan de esa manera. Y menos en el mundo de la política, donde esos valores que son tan deseables en el día a día se ignoran muchas veces y se le atribuyen sólo a quienes quieren ocupar los altares, pero no a quienes forman parte de la batalla política cotidiana. Parece que cuesta trabajo mostrarle a la otra persona que realmente valoramos y apreciamos lo que ha hecho por nosotros o lo que nos ha dado. Y eso que las estadísticas (que ahora las hay para todo) dicen que diariamente somos capaces de decir gracias una media de quince veces al día, ya sea a través de correos, mensajes, llamadas de teléfono o en persona.

El otro día me decía un buen amigo que anda en el mundo de la representación pública que quienes no tienen sentido de la gratitud, son como minusválidos espirituales. Y tiene toda la razón porque carecen de valores humanos. Es más, yo creo que vacían su memoria porque la ingratitud, que suele ir de la mano con la traición en este mundo, no es posible de otra forma.

Ejemplos de ingratitud en la política, a nivel nacional e internacional, hay muchos y todos ellos duelen, aunque cuando toca de cerca parece que dejan una herida mayor. Es lo que ha podido sentir más de uno esta semana, cuando los cambios que se ejecutan desde Sevilla, aunque vengan dictados desde más lejos, en lugar de corresponder la labor fiel y leal parece que la castigan. El camino sigue y seguro que desde otro lado ha llegado el consuelo y el agradecimiento que se echó en falta. Yo insisto, de bien nacidos es ser agradecido.

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