Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

A las barricadas... de taburete

Como al principio del Estado de Alarma y su confinamiento lo fue responder al teléfono con un "pues nada, aquí confitado'', tirar del nombre de la película de Spielberg es en estos días es casi obligado: "Esto sí que es un encuentro en la tercera fase, Paco; a ver si se queda una mesa libre y nos contamos". Puede que en la tercera fase -el famoso tercer tiempo cervecero-, los jugadores de rugby se toquen más que en las melés, si es que, como hemos oído, prospera una modificación del reglamento de ese deporte eliminando el espectacular lance del deporte a quince, algo que sería como prohibir la sal en los huevos fritos. Pero no será así. Es de mucho temerse que todos los vates del futuro post Covid-19 que hemos predicho cambios de costumbres y futuros distintos acabemos comiéndonos buena parte de nuestras profecías: eso de que ya nada volverá a ser como antes… va a ser que no, o no tanto. Lo vemos a diario: las costumbres y los usos sociales son más tercos que una primera línea de melé arreando con los tacos hincados en el césped.

Entramos en la Tercera Fase de la "desescalada", término del que abominamos en su momento, para que la RAE, quizá por primera vez en su historia, reaccionara con prontitud, aceptando la palabra a mediados de abril. Las autoridades sanitarias galas dicen a las claras que "la epidemia está controlada". ¡A las barricadas! ¡A las barricadas! Pero a las de café y tostada, tinto ya de verano, cerveza y tapas; también a las más costeadas de los universales pubs irlandeses: las barras de los bares no sólo volverán mañana a sentir las rodillas y los codos de sus usuarios, sino que asistirán al asombro del reencuentro de los paisanos, un asombro costumbrista ante la vuelta de uno de los productos sustitutivos más eficaces de los divanes de los psicólogos: los amigos, las copas y el comentario (ya, ya, siempre con moderación: si no, tendrán el efecto contrario y nutrirán esos divanes de terapia). Tendremos que aguantar con jobiana paciencia que los contrarios sistemáticos, que pasaron del digo al Diego argumental en esta crisis, nos digan: "¿Pues no lo ves? Todo ha sido un engaño, miles de muertos y la economía hundida". Pero también las barras están para decir y escuchar errequererres del personal, soportar manías consabidas y gracietas recurrentes y chistes mil veces contados que mil veces provocan el general despelote; gorrones natos. Con dolor por los muertos, la vida resurge en la tercera fase, y lo dicho: será muy parecida a la de antes. Y con este digo-Diego de un servidor, tengan buen domingo.

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