Hoy es ya primavera y resuenan en nuestra mente aquellos románticos versos: "Volverán las oscuras golondrinas/ en tu balcón sus nidos a colgar…" Excelente ocasión para celebrar la buena nueva del libro El balcón de las golondrinas (Ediciones Alfar), obra de uno de nuestros poetas más apreciados y sobresalientes, Juan Carlos de Lara. En varias ocasiones sus publicaciones han adornado esta columna con el eco sublime de sus poemas y creaciones diversas. Creo haber sensibilizado en esa glosa de sus creaciones poéticas la dimensión exacta de su emergente valor e inspiración. Caminero del aire (1985), publicado en plena juventud, que alentaba un gran poeta en ciernes; Elegía del amor y de la sombra (1987), Memoria del tiempo claro (2008), Paseo del chocolate (2009) y Depósito de objetos perdidos, Premio Leonor de Poesía (Diputación de Soria, 2016), entre otras obras, algunas dispersas en antologías y publicadas en revistas literarias españolas y americanas. Constituyen una esplendorosa antología, un corpus de entidad lírica realmente admirable.

Pero Juan Carlos de Lara ha ejercido también una eficiente labor investigadora y ahí está su libro Juan Ramón Jiménez, estudiante (Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, 2012), acreditando un trabajo concebido con rigor y brillantez literaria. Vuelve a ello con ese mismo ánimo y dedicación, como estudioso de la vida y la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, de quien ya había publicado los trabajos El frío que mató a Bécquer y La huella de Julia y Josefina Espín en la biografía sentimental de Bécquer, publicados en la revista El Gnomo, boletín de estudios becquerianos de Zaragoza, con una revelación realmente interesante y magníficamente argumentada en torno al domicilio madrileño de Julia Espín, la mujer que inspiró muchas de las míticas Rimas del poeta romántico sevillano. Porque esa casa no fue una mera residencia familiar sino un escenario como signo inequívoco de la cultura decimonónica donde se prodigaban las tertulias literarias, las veladas musicales y se propiciaron las esencias de unos poemas que serían trascendentales en la historia poética de España.

Juan Carlos de Lara con la sutil galanura de su prosa indaga el lugar donde se forjó el "trágico sainete" que acabó generando la mayor parte -y la mejor- de las Rimas amorosas de Bécquer y que, por tanto, "da contexto y sentido a algunas de las páginas más luminosas de la poesía española", escribe el autor. Resulta entrañable la recreación de esa atmósfera -que ilustran un buen número de testimonios gráficos- del Madrid de la época y de sus transformaciones urbanas, que el autor detalla con minuciosa y precisa exactitud, tanto "como dar consistencia física a lo que en la poesía es sugerencia y acercarnos a ese maravilloso crisol de vida cotidiana en que se hace toda buena literatura". El propio libro, una delicada y preciosa miniatura literaria, es magnífica muestra de ello.

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