En este momento tradicional del paso de un año a otro se imponen los balances, tanto colectivos como individuales y me dispongo a hacer el mío de este nefasto 2020 ya, históricamente bautizado como el "año de la pandemia".

Son muchas las evidencias que nos deja de herencia -ojalá sin impuesto de sucesiones encima- y entre ellas, permítame comience rindiendo mi homenaje y mi admiración a todos los trabajadores "esenciales". De entre ellos tengo que decir con orgullo el ejemplo de los sanitarios que se enfrentaron al poderoso adversario sin dar un paso atrás, ante la certeza de la sobrevaloración de un sistema que pensábamos era el referente obligado de capacidad para todo el mundo. Situación, también vivida por las FFAA y Cuerpos de Seguridad hasta el más humilde de esos trabajadores llamados esenciales. Un año de confinamiento -nueva palabra- muerte, restricciones, renuncias, crisis, soledades y duelos… distancia social, alarma, teletrabajo, intentos de catarsis colectivas pasando del aplauso, las canciones… al enfado, la decepción y, lamentablemente, en algunos casos, la irresponsabilidad.

Un año, con monólogos televisivos indigeribles, trufados de propaganda, sin despejar incertidumbres, incógnitas, incoherencias y contradicciones… reveladoras de un rotundo déficit de gestión -retrato en el que están una mayoría de los políticos en general, no solo en España- y con la expresión, en otros casos, de una clara orfandad ética en las portavocías… para culminar con una autoevaluación, procedimentalmente, esperpéntica y conclusiones meramente cuantitativas, además de afirmaciones de liderazgos tan poco cimentados como el virus ha demostrado con el sistema sanitario y el carácter autocrático y narcisista de quien afirma estar cumpliendo, según el panel de "sus expertos", obviando que en democracia el cumplimiento lo ratifican o no, los ciudadanos con su voto.

En fin, frente a la ruina, las colas de auxilio… la solidaridad, también ha sido de lo más positivo, fomentada por organizaciones altruistas y desinteresadas, exponentes claros de la capacidad de voluntariado social no gubernamental.

Y como uno tiene, también, su propia autoestima, debo decir que "mis expertos", me han enseñado mucho en nuestros debates médicos sobre el virus. "Mis expertos" me siguen en las videoconferencias médicas compartidas. "Mis expertos", saben igual que yo, que, ante lo imprevisible del futuro, el rigor, la sinceridad, la voluntad y la amistad, son herramientas para convivir y progresar sin artificios volátiles y propagandísticos. "Mis expertos", como yo, estamos esperanzados con la vacuna y esperamos un medicamento innovador y definitivo. Por último, "mis expertos", están de acuerdo con mi evaluación personal: me he portado razonablemente, bien. APTO, en 2020 al igual que deseo para todos en 2021. Por favor, hagan caso a los mensajes sanitarios.

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