Visiones desde el Sur

El arte y esas otras cosas

Cada gota de libertad ha de ser defendida -siempre- con uñas y dientes ante los involucionistas

Qué difícil es encontrar una novela contemporánea que solo en el prefacio, diga tantas cosas imperecederas como la que publicó Henry Miller en 1945 con el nombre de Una pesadilla con aire acondicionado.

Es curioso también, por utilizar un apelativo lábil, cómo esta novela, escrita por semejante escritor de culto, no fue traducida al español hasta octubre de 2013, o sea, 68 años después de ver la luz en el mundo anglosajón (si exceptuamos a los EEUU, en donde las obras de Miller no empezaron a leerse hasta las décadas de los 60 y 70, vencida la censura por la presión mediática).

Miller dice sobre los EEUU de entonces, algunas joyas como las que siguen, y que, como podrán comprobar, son perfectamente aplicables al mundo que estamos viviendo hoy, en estos momentos: "… somos una muchedumbre vulgar y pujante cuyas pasiones son fácilmente excitables por demagogos, periodistas, charlatanes religiosos, agitadores y todo eso"; "… ya no socorremos a los oprimidos y a los sin techo"; "¿Dónde está el espíritu democrático? ¿Dónde están los líderes?"; "los hombres no pueden ser hermanos si no llegan a ser previamente pares, es decir, iguales en un sentido regio"; "ahora estamos en una situación que llaman de emergencia nacional. Veamos ahora si al desempleado se le da trabajo y al pobre, vestido, casa y alimento; veamos si el rico será despojado de su botín y obligado a soportar las privaciones y sufrimientos del ciudadano corriente; veamos si todos los trabajadores de América, sin importar su clase social, habilidad o capacitación, pueden ser persuadidos para aceptar el mismo salario; veamos si el pueblo puede expresar sus deseos de manera directa, sin la intercesión, la tergiversación y la incompetencia de los políticos; veamos si somos capaces de crear una auténtica democracia en vez de la farsa que finalmente hemos de defender; veamos si podemos ser justos y honrados con los nuestros".

Cuando uno lee semejantes cosas en una novela, empieza a entender de verdad el valor del arte, de la ficción, para asentar en el pueblo los principios de libertad, igualdad y legalidad que proclaman las Constituciones y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Cada gota de libertad ha de ser defendida -siempre- con uñas y dientes ante los involucionistas que pretenden llevarnos una y otra vez al oscurantismo, al solar en donde los de siempre hacen sus insolidarios, sucios, rentables y antidemocráticos negocios.

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