Hace sólo unos días se publicaba una noticia que nos llenaba de satisfacción: "Mesa de la Ría propone plantar un árbol por cada habitante". Este grupo municipal decía tener claro que la declaración de "emergencia climática" supone iniciar un proceso de educación, formación y concienciación a toda la población sobre "la verdad de la crisis ecológica y el enorme cambio necesario para frenar la crisis climática". La propuesta supone la puesta en marcha de una campaña en la que, tanto la iniciativa público-privada como la ciudadanía, garantizarían el incremento de un árbol por habitante y que la declaración de emergencia climática "no quede en una mera manifestación institucional y se concreten medidas reales de acción". En suma que tan reiterada y arrogante retórica de tanto político al uso sobre cambio climático y deterioro ambiental, que queda muy bien para cualquier discurso electoralista, se convierta sin más dilaciones en medidas prácticas en las que, como es el caso, una de las soluciones para evitar el quebranto del medio ambiente que sufrimos nos lo proporcione la propia naturaleza. Y una magnífica solución es plantar árboles.

Cada día asistimos a numerosos atropellos arboricidas sin que se aprecie la sensibilidad de los políticos, que tanto pecho sacan con puntual conveniencia electoralista sobre el desarrollo sostenible y la conservación del ciclo ambiental y otras zarandajas por el estilo, cuando a diario se abaten árboles y parajes naturales en favor del salvaje marbelleo, auspiciando urbanizaciones abusivas y acromegálicas. Casi a diario nos duelen los constantes incendios forestales que arrasan nuestros montes y parajes de extraordinario valor ecológico -se cumplieron hace poco dos años del que amenazó a Doñana y tardará tiempo en recuperarse tan privilegiado paisaje-, talas indiscriminadas para emprender proyectos urbanísticos -ahí está la multa del Ayuntamiento de Alcobendas al futbolista Sergio Ramos por tala de encinas centenarias- y un urbanismo agresivo que atenta contra la conservación de entornos naturales (los cabezos de Huelva).

La plantación de esa cantidad de especies arbóreas autóctonas -lo más conveniente- no sólo hermosearán el ámbito forestal de nuestro territorio ciudadano, sino que contribuirán a la recuperación de los valores ambientales y sociales del ecosistema degradado, destinada a restablecer el equilibrio ecológico e hidrológico de la zona, recobrar la vegetación de ribera, potenciar la diversidad vegetal asociada al bosque ribereño, situar adecuadamente corredores verdes entre áreas forestales de nuestra geografía provincial, ya que la medida podría extenderse a zonas más amplias y así potenciar el valor paisajístico relacionado con las cuencas del Tinto y del Odiel. Apoyemos entonces tan acertada iniciativa de Mesa de la Ría, cuya ambiciosa pero muy acertada propuesta, podría "servir de semilla para otros planes en el resto de la provincia".

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