Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Un aniversario para reflexionar

La protección del Parque Nacional de Doñana no admite ningún tipo de reservas. A pesar de que el aniversario de su creación oficial no llega hasta el mes de octubre y es ahí cuando se esperan las celebraciones que el medio siglo de supervivencia merecen, la decisión del Consejo de Ministros en 1969 debe considerarse como un buen punto de partida para darle una pensada a la conservación de un enclave del que lo primero que debemos tener en cuenta es que no nos pertenece a nosotros. Es un patrimonio que hemos recibido, que gestionamos pero que tenemos la obligación de dejarlo a las futuras generaciones, al menos en el mismo estado que nos fue dejado.

La compatibilización de la conservación de un Parque Nacional con la actividad humana es, no sólo deseable, sino perfectamente posible. La agricultura en el entorno del mismo debe convivir con el mantenimiento del acuífero y, en caso de duda, prima éste sobre la anterior. No hay ninguna justificación posible, ni siquiera la generación de riqueza y puestos de trabajo -tan necesarios por otra parte- con una amenaza seria a un espacio que debe estar rigurosamente a salvo de cualquier tipo de actividad que suponga una amenaza. Por supuesto que las tragedias deben ser evitadas. Cualquier actividad humana es objeto de sufrir accidentes y también Doñana ha sufrido en carnes propias negligencias que, bajo ningún concepto deben volver a repetirse, desde el vertido de Aznalcóllar, hasta el incendio que estuvo a punto de entrar en las áreas protegidas.

De cualquier forma, lo más trascendente es la propia concepción que tengamos de ese espacio natural. Hemos dado pruebas más que suficientes para no confiar demasiado en la sostenibilidad de esas actividades turístico residenciales, como para declararlas como non gratas en un espacio lo suficientemente delicado como para no poder soportarlas. Por eso, la decisión de volver a plantear la carretera entre Huelva y Cádiz, sólo puede ser entendida como una estéril polémica al servicio de un pretendido cumplimiento de un programa electoral que incluye esta alternativa -descartada varias veces a lo largo de varios años- de comunicación que no responde a una demanda social lo suficientemente activa como para asumir los riesgos que comporta.

En el medio siglo de Doñana como Parque Nacional conviven protección y amenazas, salvaguardas y peligros y es una tarea ineludible por parte de las administraciones defender las primeras y desterrar las segundas. Es nuestra propia supervivencia la que está en juego y nada hay más importante, eso debe entenderlo todo aquel que tenga responsabilidad en ello.

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