LA irrupción de Podemos en la escena pública ha supuesto una alteración notable del panorama político. También en Andalucía, donde puede dejar definitivamente lejos el tiempo de las mayorías absolutas y colocarse en los primeros puestos del ranking de partidos de la comunidad autónoma, variando la correlación de fuerzas en el Parlamento autonómico, reducida en esta legislatura a PP, PSOE e IU, y la propia composición del Gobierno regional, sustentado en la coalición de los dos partidos de la izquierda tradicional. El Barómetro Joly ha tratado de evaluar, por vez primera, el impacto de este fenómeno político y social en Andalucía, a unos meses de las elecciones municipales y unos pocos más de las generales. Una conclusión global de este riguroso análisis demoscópico indica que Podemos ha tenido un fuerte impacto también en la sociedad andaluza, sensible como el resto de la sociedad española a los elementos de renovación y cambio que trae la organización liderada por Pablo Iglesias. Se ha detectado un caudal de simpatía hacia el partido político que ha desafiado la estabilidad del sistema de bipartidismo imperfecto, al que se atribuyen la consecuencias de la crisis, los escándalos de corrupción y el descrédito de las instituciones. Podemos disputa parte de su electorado habitual al PSOE y a IU, precisamente las dos formaciones que gobiernan en coalición esta comunidad autónoma, por lo que su entrada en la arena política y electoral tiene mucho de revulsivo, aceptado como tal por los ciudadanos andaluces. No obstante, el Barómetro matiza esta tendencia al reflejar también que los votantes no consideran, en su mayoría, que Podemos sea la solución a los problemas andaluces y que estiman sus propuestas no viables, a la vez que mantienen dudas sobre su liderazgo y el realismo de su cambiante programa económico. Con todo, el panorama de Andalucía no deja de ser apasionante tras la irrupción del nuevo partido.

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