Opinión

Paco / Guerrero

Dos amigos sin foto

LA voltereta incruenta de una gripe me había dejado fuera de juego con aquellos que bien aprecio en Valverde, los que tengo en alta consideración en Palos, con su entrega de trofeos y algún acto más donde mi comprometida asistencia no se hizo realidad, llámese con compañeros de tareas informativas.

Bien, lo cierto es que por aquello del valor que distingue a los del toro o vaya usted a creer por que, aun con los puntos sin secar y creyendo rematado con una en todo lo alto, al maldito bicho que me había llevado a mal traer, me dejé caer por Trigueros la otra noche por aquello de querer estar con dos amigos, importantes para mi y que sin duda eran parte esencial también de la noche triguereña.

Uno, al que busco, a ratos en su farmacia por saludarlo en el trato amable, que tras el corte de gentelman inglés, aunque llano en el trato, sabe dejar siempre desde una exquisita educación. La Peña le hizo llegar el homenaje, principalmente por esa recuperación de las capeas, cuando este farmacéutico, se hizo alcalde.

La otra persona a la que la noche no me dejó disfrutar en ese agasajo como socia de honor fue a Irene Fernández, una castellonense con el corazón 'repartío' entre la taurina tierra de Levante y la de hondas raíces de toros bravos como es Trigueros que ha luchado por esta Peña como pocos lo han hecho aún desde la posibilidad de la cercanía.

Fastidia estar sobre el hule sabiendo que se te ha ido el mejor toro del festejo. El de dos amigos a quienes había uno reservado en su crónica el sitio de una foto. No la hubo, pero se hace cierto pensar que ambos, no son objeto sólo de una foto sino de un sitio especial en esta crónica. Aquí lo tienen, junto a mis disculpas.

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