Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Por alusiones

Los disturbios en Cataluña corren el peligro de formar parte de la vida de miles de desocupados y violentos

Estaba -afortunadamente- poco acostumbrado a encontrarme con manifestaciones como las que me acompañan desde que comenzó la semana cuando regreso a casa y compruebo que no tengo bastante con las horas que le he echado en la redacción y sigo enganchado a imágenes que creía olvidadas. Cuando lea esto mi madre, es posible que me obsequie con una de sus nunca suficientemente renombradas collejas, pero bueno, corro el riesgo.

En Basauri, el pueblo en el que pasé mi infancia, las manifestaciones eran habituales. Un servidor, junto con otros gañanes que tal bailaban, acostumbrábamos a seguirlas a una distancia más que prudente, porque inconscientes sí, pero cobardes también. A ciertas edades, esos hechos se ven como una película en directo, una recreación de los juegos con los que pasábamos las tardes, pero delante de nuestros ojos. Además, aprovechábamos para intentar conseguir alguna pelota de goma, lanzándonos donde caían. Eran más malas que el copón, porque estaban echas todas de eso, de goma y no servían ni para jugar al frontón, ni para darle patadas. Pero qué quieren, eran gratis y como al final nos las iba a quitar Don Andoni, perfecto ejemplo de que un cura con sotana corre más de lo que parece, cuando nos refugiábamos en la iglesia a jugar porque llovía, no perdíamos nada.

A lo que iba. Esta semana me he vuelto a reencontrar con un ambiente totalmente prescindible e igualmente triste. Tengo que aclarar que esa moda me duró más bien poco, después comprendí que había cosas más interesantes que hacer, la verdad. Incluso algunos medios chuscos, han bautizado a los participantes como catasunos, demostrando que ni la información, ni el talento es lo suyo por más debates en los que participen.

Nunca he sido partidario de la mano dura, ni siquiera cuando me hago tan mayor como ahora, pero alguien tiene que ponerle freno a esto. La tranquilidad, eso que se llama el orden público, debe ser una de las prioridades de quienes deben ponerlo en práctica y a algunos más vale entenderlo si no quieren en primer lugar perder las elecciones y en segundo lugar, obsequiarnos con una representación de los cafres de Vox que ni ellos soñaban. Lo que espero es que no se repitan viejos errores, aquellos que hicieron de destrozar cosas, una tarea más en la jornada de algunos; ir a la uni, tomarse un par de cervezas y a guantazos con la Policía. Créanme, sé de lo que hablo. Desgraciadamente.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios