Más allá de la valla

Más allá de la valla está el problema, pero también el futuro, reencontrarnos con nuestra marisma

Huelva se ha deshecho de una de las barreras arquitectónicas más grandes que le quedaban, la dichosa valla del tren: alta, fea y constrictiva. Pero además se ha quitado de en medio una enorme venda, y es que tras esa pared, unos metros más allá de la vía, se escondía un inmenso vertedero blanco que amenazaba nuestro futuro. He de confesar que de pequeño, aunque algo se distinguía desde mi barrio, nada sabía de él, ni de la ría que se moría en aquellos años, ni de la marisma que se llenaba de yeso. Han sido vecinos atrevidos, como ecologistas, entidades sociales, y hasta algunas formaciones políticas, los que han ido operando como una gota malaya en mi conciencia, abriéndome los ojos. Entiendo que ha llegado el momento, la información ha hecho subir la presión ciudadana para hacer imparable una mirada de frente al problema, pero urge.

Ya todos conocemos la génesis del problema, pero no debemos olvidarla. Fertiberia y Foret obtuvieron en época franquista, en 1968, el permiso administrativo para verter al estuario próximo, y desde ese año vertieron más de 120 millones de toneladas. Y a pesar de que en 1995 la Consejería de Medio Ambiente pidió que no se contaminara más extensión, se siguió vertiendo en altura. Y para colmo de males, en 1998 nos colocaron 130 toneladas de cenizas radiactivas con cesio 137 procedentes de Acerinox. Y en todos estos años esa mole de basura ha afectado a nuestra salud, ha generado evidentes problemas medioambientales, y además es el símbolo de la carga del dilema moral a la que nos abocan muchos interesados, ¿salud o trabajo?

La Mesa de la Ría y otros colectivos creen que no basta con enterrar sin más los residuos, lo que además sería la solución más barata para Fertiberia, sino que hay que quitarlos. Otros pensamos que trasladarlos a otra zona sería inviable, sobre todo porque moveríamos el problema. Pero sea cual sea la solución, que tendrá que salir de propuestas técnicas, ha llegado el momento en que el problema sea atajado por las administraciones y por la empresa responsable, sin escatimar esfuerzos, sin contar votos, y con una comunidad que presione y vaya de la mano hasta el final.

Más allá de la valla está el problema, pero también el futuro, nuestro futuro, reencontrarnos con nuestra marisma, recuperar nuestro pasado, pasear incluso hasta llegar a La Rábida. Ese es nuestro gran descubrimiento ¡Recuperemos nuestra Ría!

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