Más allá de lo anecdótico

Las grabaciones de Villarejo podrían tener repercusiones en el exterior de España

Las películas de suspense nos han saciado de historias en las que algún policía utilizaba métodos de dudosa legalidad o totalmente fuera de la ley. Por tanto, a nivel de ficción estamos más que acostumbrados a esos personajes. En buena medida, tales filmes nos han proporcionado entretenimiento y es indudable que hay grandes obras maestras del género. Pero el que sean una ficción, aunque algunas basadas en hechos reales, no significa que no puedan surgir rechazos y aceptaciones sobre lo que en ellas se escenifica. Pero bueno, se piensa que los mismos no tienen transcendencia. Sin embargo, no siempre lo que muestran esas películas es falso; sencillamente lo que hacen, de manera secuencial y con ingredientes que nos enganchen, es presentarnos un relato con su buena dosis de verdad y, miren por dónde, la actualidad nos viene ofreciendo un claro ejemplo: las grabaciones del expolicía Villarejo. Gracias a ellas nos estamos enterando de manejos sucios, rastreros, inmorales e ilegales, por su parte y por aquellos que hicieron uso de sus servicios, sin distinción de ideologías. Ha tocado a unos cuántos y se sospecha que habrá muchos más.

Desde el PSOE se ha dicho, defendiendo a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que Villarejo no puede condicionar la agenda política y que todo lo que hay detrás es un chantaje al Estado. ¿Es así o es su reclamación, a quienes corresponda, para que no cambien las reglas de juego previamente existentes? ¿Por qué no podría ser esto último? Sea o no afirmativa la respuesta es muy preocupante lo que se viene conociendo a través de esas grabaciones y lo es, asimismo, porque nadie asegura que esa clase de prácticas ya no se dan ni desde el poder ni desde partidos de la oposición. ¿Hay garantías de que están erradicadas? No. Más allá de lo anecdótico de lo que se ha podido oír, con su mayor o menor grado de importancia, está el riesgo de que estos hechos pongan en entredicho nuestra democracia en el exterior, argumentándose de que no se mueve en márgenes aceptables. ¿Acaso no es susceptible de que se utilicen por los abogados que defienden a los independentistas catalanes huidos como muestra de que España no es de fiar ni su justicia? ¿Extrañaría que algún tribunal lo aceptara como prueba evidente, después de las posiciones habidas en Bélgica y Alemania? Esperemos que aparte del morbo que susciten las grabaciones todo esto sirva para limpiar la casa cuanto se pueda, pues ya está bien de tanto mosqueo, incertidumbre e indignación.

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