Y ahora

Cientos de miles de personas se desplazan desde las costas de Libia hacia las de Marruecos

Nadie tenía dudas sobre lo que iba a pasar después de la función de fuegos artificiales del Aquarius. Las mafias de la inmigración han visto que el petróleo del buenismo europeo, español, no se acaba y quieren acelerar la extracción del crudo aumentando sus ya descomunales ganancias. Encuentran a España blandita, bizcochable y tiernita. Tienen prisa para hacer caja antes de que los gobernantes europeos se levanten una mañana y digan en voz alta la frase que millones de ciudadanos del continente dicen cada día al abrir un periódico: esto no puede ser. Italia cierra la puerta después de quinientos mil desembarcados en los últimos años, Malta dice que ya no caben más en la isla, Grecia tiene su isla de Lesbos hasta los topes. ¿A dónde ir?, a España, claro. Allí te reciben con flores, con más periodistas que inmigrantes, abres los telediarios y los ayuntamientos se dan codazos unos a otros para ser el más hospitalario. Aquí se dispensa un todo incluido que hace las delicias de cualquier visitante. La muy esperada respuesta a esta recepción florida y festiva la hemos tenido ya este fin de semana: casi mil inmigrantes ilegales. Estos no han tenido recepción con bandera, banda y música. A este ritmo, antes de fin de año nos vamos a tener que apretar un poco para que quepamos todos. De cientos por día podemos llegar a miles. Todo es cuestión de seguir como hasta ahora, sonriendo, aplaudiendo, viva la gente, flores en el pelo, cumbayá, tira la muralla, viva el buen rollo y que se mueran los feos.

Hace unos días leí una entrevista con Toni Iwobi. Este señor es senador de la república italiana. Su escaño lo ha conseguido en las filas de la Liga Norte, partido hoy en el Gobierno de Italia. Resulta que el señor Iwobi es de raza negra, oriundo de Nigeria. Tiene sesenta y dos años de los que lleva cuarenta en Italia. El titular colocado en el frontispicio del artículo casi ahorraba leerlo: "No es inmigración es esclavitud". Así de sencillo lo resumía el señor Iwobi. En siglos pasados los negreros eran blancos, ahora son negros con algunos blancos que les hacen la ola y acompañan en el negocio. Juego a dos bandas, en aquella orilla y en esta. Y en medio de la cancha los Aquarius de turno esperando a que los llamen con un móvil desde la misma patera, como se ha comprobado en estos días. Como era de esperar cientos de miles de personas se desplazan en estos momentos desde las costas de Libia hacia las de Marruecos. Ya saben dónde está el hueco. ¿Y ahora? Pues ahora dos opciones: manos a la obra o quietos y dejar que la soga se nos apriete un poco más sobre el cuello.

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