Nacho, en el PP, es Ignacio González, igual que Paco era Cascos, Mariano es Rajoy o Javier es Arenas. Nacho ha caído, ayer miércoles fue detenido por miembros de la UCO, la Guardia Civil, que investigan los dineros del Canal de Isabel II, entidad que presidió cuando era vicepresidente del gobierno madrileño. Luego fue presidente de ese gobierno cuando Esperanza Aguirre dejó el primer plano de la política … para intentar recuperar ese primer plano después.

La detención de González, a las pocas horas de que se produzca la noticia de que Mariano Rajoy deberá declarar como testigo en el caso Gürtel, es todo un mazazo para el PP. Moncloa no hace más comentario que reiterar su respeto a las decisiones judiciales y Maíllo, como máximo responsable de Génova, pone una sombra de sospecha sobre la independencia del tribunal y sobre la asociación de abogados que actuó como acusación popular, asociación tintada de socialismo desde su fundación y que, hay que recordar, ejerció la acusación contra Carlos Dívar cuando era presidente del Consejo General del Poder Judicial. Hombre incómodo para Zapatero, que perdió la carrera por esa iniciativa acusatoria… aunque su causa fue archivada con posterioridad. Dicho esto, es obligado efectivamente respetar las decisiones judiciales, pero es obligado también preguntarse por cómo se ejerce en España la acusación popular.

Las actuaciones contra Rajoy González darán pie a quienes presentan al PP como el partido de la corrupción. Es evidente que se acumulan los casos y que esa acumulación indica efectivamente que personajes importantes y no tan importantes del partido se han llenado los bolsillos ilegalmente, queda cuestionada la financiación, y lo más suave que se puede decir de algunos miembros de la dirección es que fallaron en su obligación de mantenerse permanentemente alerta para impedir los delitos. El problema es que no ha sido el PP el único partido que deja mucho que desear sobre su intransigencia contra las actividades delictivas a lo largo de la historia, es una de las causas por las que la política se encuentra hoy tan desprestigiada. Pero en honor del PP hay que indicar también que su equipo actual de dirección no ha mostrado el menor signo de tibieza ante los indicios de corrupción, ha dado de baja de militancia o expulsado de sus cargos a personas que han ocupado algunos de sus puestos más emblemáticos. Buen ejemplo es la detención de Ignacio González, de Nacho. Por otra parte, y es quizá lo más elogiable de la actual dirección del PP es que ha dado total libertad de movimientos a UCO y UDEF; no siempre ha ocurrido con otros gobiernos, que intentaron meter en cintura a esos investigadores implacables de la Guardia Civil y Policía Nacional.

Veremos en qué acaban las investigaciones y cuáles son las decisiones judiciales, pero al menos queda el consuelo de que, frente a la corrupción que provoca vergüenza y rabia, el que la hace la paga.

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