El 17 de febrero se cumplía el centenario del nacimiento del doctor Ernesto Feria Jaldón. Como recordarán los lectores de esta columna me adelantaba a evocar la efemérides una semana antes porque ese mismo día la Academia Iberoamericana de La Rábida celebraba un homenaje en su memoria con la presentación de su libro Las abstracciones del aburrimiento y otros escritos, que me envía su hija, Josefa Feria, mi entrañable Pepa Feria, y que han editado sus herederos afortunados recopiladores de lo que ellos llaman "una serie de textos del autor que abarcan un amplio período de su evolución intelectual". Los califican de "microensayos" y artículos publicados en prensa, integrados en este volumen como Páginas de Arte, Cine y Literatura. El eminente doctor que compartió con extraordinaria profesionalidad y talento su actividad como competente médico en el entorno rural y como escritor exponiendo siempre su excelente erudición y su profunda formación humanística, desarrolló su intensa actividad creadora a través de sus artículos periodísticos y ensayos. En este capítulo donde demostró sus amplios conocimientos y expuso interesantes propuestas filosóficas y psicocríticas.

El libro es un compendio de la polifacética visión del doctor Feria Jaldón, cuya mejor definición abre sus páginas: "Escribo como quien tratara de perforar inútilmente el destino buscando solo la vaga llamada de una sospecha, la reminiscencia de una certidumbre que no llega ni a la epidermis escondida de la Belleza. Las cosas solo están y solo son cuando no las pienso; bajo la llovizna gris, en el seno de tu abrazo lejano…" Parece que lo estoy oyendo. Porque se podía discrepar sobre cualquier tema, pero Ernesto, sensibilizaba una dialéctica que facilitaba un diálogo fluido, cordial y estimulador. "Estos escritos que ahora presentamos - escribe su hijo Ernesto Feria Martín en el prólogo del libro -, abarcan un período muy extenso de su evolución intelectual y también de la sensibilidad de mi padre. Se pueden apreciar desde posiciones combativas e interpretativas en sus propuestas críticas más ligadas a lo social y a su trabajo de desenmascaramiento, hasta los tonos grises y amargos fruto de la pesada carga de su mochila intelectual y vital".

En esta intensa y apasionada visión del arte, el cine, la literatura, el amor, Rilke - "un intento de aproximación a su persona" -, Áyax, protagonista de la tragedia sofoclea, la marginación humana, que tanto le preocupaba, el genio y la tuberculosis, como una tara psico-física, "un residuo romántico", hay textos de gran amenidad y atractivos de férvida reflexión. Mis charlas con él fueron sobre el cine, que derivaban en otros temas. Pero sus criterios cinematográficos eran tan certeros como afortunados. Ahora leo el dedicado a Buñuel que me parece definitivo: "En Buñuel está la burla, la más triste del mundo, porque en su núcleo palpita la nostalgia".

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