Visiones desde el Sur

Zánganos

La capacidad reproductora la poseen las mujeres, los hombres sólo serán meros objetos decorativos

No sé absolutamente nada de genética. Bueno, realmente me atrevería a afirmar que sé muy poco de casi nada. O más bien, sé nada de todo lo que me circunda; flecos si acaso; ya saben, lo suficiente para salir del paso en esos coloquios circunstanciales donde se dicen infinidad de cosas triviales y nada rigurosas.

Hace tiempo que tengo claro que una vida no es suficiente para obtener los conocimientos necesarios que permitan a una persona profundizar en varias materias a la vez. Si acaso en una, y para ello se ha de ser algo así como un medio monstruo dedicado full time a lo que investiga.

Esto viene a cuento porque, en cualquier periódico o revista con nada que uno pase la vista al azar por cualquier página, encuentra avances tecnológicos y científicos que les son imposibles -por más que se preste- de descifrar y por mucho que se empeñe en hacerlo. Necesita el auxilio del DRAE en todo momento y la tarea se configura insulsa, pesada y poco gratificante. Resultado: la deja para otro momento, que nunca llega.

Leo que con esperma artificial (obtenido a partir de células madre embrionarias) se han fecundado óvulos y que de esa unión han nacido animales, en este caso ratas. Los roedores nacidos de esta guisa andan un poco majaras -para ser riguroso con la reseña periodística- y tienen una media de vida un poco escasa; pero todo se andará, viene a decir la noticia que por lo espectacular de su significancia me deja pasmado por un instante.

Los científicos -esos bichos raros que viven en un mundo incomprensible para el resto de mortales- dicen que es el primer paso para la obtención de espermatozoides humanos. Y aquí es donde viene el problema.

Porque, verán, si se pueden sacar espermatozoides de un banco de células madre, que permitan fecundar a óvulos de los que nacerán personas y, además, se puede escoger el sexo de las mismas, ya la hemos liado, pero además completamente: sin solución alguna.

A saber: como la capacidad reproductora la poseen las mujeres, los hombres sólo serán necesarios como meros objetos decorativos, como elementos puramente lúdicos o como bestias de carga, poco más. En fin, como zánganos.

Blake, Orwell y algunos otros escritores ya imaginaron algo por el estilo: pero eran novelas. A mí lo que me fastidia es que esto se escriba en revistas científicas. Está claro que la hora de las mujeres ha llegado. Quizá sea lo que nos merecemos los hombres por el trato que históricamente les hemos dado.

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