La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Vox, la herencia envenenada

La última estrategia de Pablo Casado antes de su caída ha supuesto un fracaso para el PP y una victoria para Vox y PSOE

La última operación estratégica de Pablo Casado al frente del Partido Popular se ha saldado con sonadas victorias para sus dos máximos enemigos: Santiago Abascal en el frente interno y Pedro Sánchez en el externo. Vox ha entrado por vez primera en un Gobierno regional y el PSOE ha situado la lucha política en España exactamente en los términos que quería: derecha manchada con colores ultras contra izquierda plural.

La jugada de Casado ha sido una catástrofe derivada de un grave error de cálculo. Obligó a Mañueco a convocar elecciones en Castilla y León cuando no había razones objetivas para adelantarlas y romper una coalición con Ciudadanos que funcionaba razonablemente. El móvil no podía ser más partidista y, aun dentro de lo partidista, más sectario y faccioso. Se trataba de añadir un eslabón más a la cadena de pérdidas electorales de Pedro Sánchez y, a la vez, de demostrar que son las siglas del PP y no el nombre de Ayuso las que arrastran el voto.

Pues ni una cosa ni otra. Ni Mañueco logró la mayoría absoluta ni ha podido cumplir su anhelo proclamado de gobernar en solitario con un apoyo puntual de Vox en su investidura, como Juanma Moreno en Andalucía o la propia Ayuso en Madrid. Casado se equivocó en todo. En el análisis de la situación, en la decisión y en la estrategia. Y ahora se va a despedirse del PP europeo presumiendo de que él era un dique contra la ultraderecha y dejándole a Núñez Feijóo una herencia envenenada. Al día siguiente de apabullar con los 55.000 avales de su candidatura al liderazgo popular, el gallego se encuentra a uno de los barones autonómicos en los que se apoya gobernando en complacida coyunda con los extremistas que pretenden acabar con las autonomías. "Hubiera preferido otra opción", ha declarado Feijóo. O sea, no cierra la posibilidad de repetir coaliciones en el futuro, aunque, eso sí, prefiriendo otras opciones.

Mañueco le ha dado a Vox todo lo que Vox le exigió desde el primer día: la presidencia del Parlamento, la vicepresidencia de la Junta y tres consejerías, y todavía ha tenido el cinismo de decir que no sabe quiénes serán los consejeros porque lo importante en la negociación no han sido los sillones. ¿Es que la segunda autoridad de la comunidad (presidente del Parlamento) y la tercera (vicepresidente), ya plenamente identificados, no ocupan sillones? En el programa de gobierno acordado también se le han hecho concesiones en materia de violencia de género, inmigración y pin parental.

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