M. Carmen / Córodba

Vivir nuestra Semana Santa

NUESTRA Semana Santa está cargada de imágenes, formas, colores, olores, música, y todo ello unido a nuestra fe y creencias cristianas. Es una compleja amalgama de siglos de culturas, tradición y costumbres. Es tal el derroche estético, que nuestra imaginación nos lleva a un mundo inimaginable.

Con la Semana Mayor, recuperamos la primavera, nos situamos frente al arte en homenaje al dolor y muerte expresados en Cristo. Es el periodo sagrado del Cristianismo de más intensa actividad, donde se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Su sentido religioso ha vencido el paso de los siglos, de los cismas y de las guerras, siendo su mensaje y fundamento el librar al hombre de sus pecados.

La Semana Santa onubense tiene estilos propios, donde se descubren nuevos paisajes en torno a las cofradías. Toda la ciudad es peculiar en esta época, las hermandades están en la calle. Podrán decir que es repetitiva, sin embargo, cada año hay nuevos factores, que hacen que sea distinto. En todos los lugares se viven sugerencias y matices muy variados; es diferente ver pasar una hermandad, que ir a buscarla, recorrerla y ver los pasos en puntos determinados, siempre podremos disfrutar y apreciarla de otras formas y maneras.

Nuestra Semana Santa hay que vivirla de una forma "apasionada", está hecha para disfrutarla, y la participación debe ser también mayoritaria. Unos, por tanto, como espectadores, desde afuera, y otros como protagonistas cofrades que deben hacer su Estación de Penitencia en silencio, dando testimonio público de fe, convirtiéndose en el acto más importante de culto y la razón fundamental. Así, unos serán anónimos nazarenos, y otros, formarán parte del pueblo, que es sabio e intuye perfectamente la significación catequética de las hermandades en la calle, por eso debemos dar ejemplo cristiano y cofrade; la reflexión y la oración deben estar presentes desde su comienzo hasta el final.

Cada uno vivirá su Semana Santa, algunos en los puestos en los que han sido situados, donde debe prevalecer la antigüedad por protocolo; hermanos que han tenido que cambiar el costal saldrán ahora portando cirios, otros cambiarán varas e insignias por luces, fiscales por cruces, maniguetas, que ya no lo son, por un sitio privilegiado donde ver pasar la Cofradía, camaristas y priostes, con sus muchas obras realizadas, pasan ahora a un lugar invisible… pero todos van a vivir su Semana Santa.

No podemos perdernos ni un detalle de esta apoteosis, de esta generosidad estética y artística; ver pasar cruz de guía, guiones, estandartes, banderas, bocinas, varas, cruces, cirios, junto a nuestros cristos y vírgenes, impregnado además de todo el sentimiento cristiano que debe tener.

Vivamos la Semana Mayor onubense, sugestiva y brillante, con su propia idiosincrasia y personalidad, de una forma apasionada, dejémonos llevar por sus emociones, gocemos y disfrutemos de ella.

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